Maternidad

4 consejos para que tus niños no digan malas palabras

Si escuchas a tu hijo decir malas palabras, el primer paso es no perder la calma y luego tratar de comprender la naturaleza de esta circunstancia.

Si escuchas a tu hijo decir malas palabras, el primer paso es no perder la calma y luego tratar de comprender la naturaleza de esta circunstancia. De esta manera podrás definir una estrategia para que tu niño comprenda que lo ideal es usar un lenguaje respetuoso.

En cualquier caso se trata de una conducta a la que los padres debemos poner atención. Pero sin asociarla automáticamente con el castigo o con una reacción desproporcionada.

Es bueno recordar que el castigo o el enfado representan formas de atención (negativa) y el niño puede sentir que pronunciando malas palabras tiene el poder inmediato de escandalizar o molestar a sus padres.

Aquí alguna recomendaciones para corregir la situación:

El ejemplo en su casa

Presta atención a las malas palabras que usted y su familia dicen en presencia de su hijo. Será difícil explicarle que no puede utilizarlas si las escucha en el hogar. Si estas ‘palabrotas’ provienen de la televisión o los videojuegos, considera reducir el tiempo que tu hijo le dedica a estas actividades.

Háblale sobre las malas palabras

Cuando escuche a su hijo decirlas por primera vez, explícale que pueden ofender a las personas. Si las menciona porque se siente frustrado, demuéstrale que entiendes lo que siente y háblale sobre otras maneras en las que puede expresar sus emociones.

Averigüe de dónde provienen

Cuando tu hijo diga malas palabras, especialmente en el caso de los niños pequeños, pregúntale con calma: “¿Por qué dijiste esa palabra?” o, “¿Dónde la escuchaste?”. Si su hijo busca llamar la atención y usted le responde escandalizándose, puede estimular ese comportamiento.

Pon reglas y explícale qué castigos tendrá

Comunícale claramente a tu hijo que decir malas palabras no está bien. Si cae en el episodio, dile qué castigos sufrirá en el futuro por expresarse así. Hazle entender que podría perder ciertos privilegios, como no salir a compartir con sus amigos, el tiempo para mirar la televisión o para usar la computadora. Cuando ocurra nuevamente, asegúrate de aplicarle los castigos.

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