Los años pasan y la reina Letizia cada vez más gana una apariencia fresca y jovial. No es por arte de magia ni un viejo truco de la realeza, se trata de varios tratamientos estéticos que no requieren pasar por el quirófano para rejuvenecerse.
Además de los buenos hábitos como comer sano, dormir muchas horas e hidratarse correctamente a lo largo del día, expertos han indicado que la esposa del rey Felipe también recurre al botox y ácido hialurónico en pequeñas cantidades.
De acuerdo con las declaraciones de Óscar Junco, cirujano plástico y estético a Elle, la oriunda de Oviedo de 47 años seguramente aplica botox en su rostro con mantenimiento cada cuatro meses para que permanezca fresco su efecto.
No obstante habría elegido la apariencia más natural, que es aquella que permite gesticular sin problemas, marcando únicamente pequeñas arrugas, en comparación con la apariencia de «cara de porcelana» que es más rígida.
Por otro lado, también la reina Letizia habría recurrido a infiltraciones de ácido hialurónico en los pómulos, lo cual actúa como el sustituto de la grasa natural para que el rostro no pierda elasticidad, siempre teniendo en cuenta su estructura facial.
Una regla de oro para recurrir a ellos es que cuando más temprano se comienzan, menos dosis y sesiones se necesitan para mantenerse impecable, así que luego de los 30 años, apúntalo en tu agenda.
Otras alternativas son peelings, la luz pulsada, tratamientos de plasma y radiofrecuencia, conforme con el mismo medio.
Eso sí, hay una variable que también le juega mucho a favor y es imposible de imitar. Se trata de la genética, su carta bajo la manga.
“La genética juega un papel importante en cuanto al inicio, la forma y la velocidad a la hora de envejecer y en su caso, juega un papel a favor”, finalizó el especialista.
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