Buscando información sobre los bosques de Chile y su propiedad, encontré conceptos equivocados en la definición de bosque en un portal del Ministerio de Agricultura. Este portal incluye erróneamente a 2,87 millones de hectáreas (hás) como parte del total de 16,6 millones de hás de “Bosques” del país. Las plantaciones no son Bosques.
La totalidad de estas 2,87 hás corresponden a monocultivos de especies exóticas, como pino, eucalipto, álamo, entre otras, de rápido crecimiento para producir pulpa, papel y madera aserrada. Estas plantaciones producen un gran beneficio económico a sus dueños mayoritarios, específicamente a los grupos Matte y Angellini, que con su patrimonio, creado gracias a la bonificación estatal del D.L 701 (1974) instaurado en dictadura, han llegado a ser el cuarto exportador de celulosa y de los primeros holdings forestales a nivel mundial.
Sin embargo, sus externalidades negativas son invisibilizadas. Primero, este sector industrial absorbe números relativos de mano de obra directa e indirecta que fluctúan entre 12.000 y 25.000 personas, pero con sueldos mucho menores a la gran minería y al sector servicios, considerando que el precio de la pulpa es el doble, a veces el triple y hasta el cuadruple del costo de producción. Estas exorbitantes ganancias han permitido a estos grupos explorar otros suelos en Latinoamérica con el mismo modus operandi, forestar en terrenos “degradados”, subsidiados por el Estado y con mano de obra barata.
Otro punto invisivilizado del DL 701, es el foco de reemplazo de bosques “degradados” o “sin valor comercial” por plantaciones. Otro error conceptual, los bosques pueden recuperar su crecimiento y más, con la ayuda del conocimiento del Hombre. Estudios recientes indican que algunas asociaciones de especies nativas pueden ser recuperadas hasta formar un nuevo bosque, trayendo otros beneficios valorables económicamente como maderas nativas, turismo y trabajo continuo para el sector rural. Lamentablemente, todo este tiempo se ha utilizado el concepto de “degradado” como motivo para el enriquecimiento del oligopolio forestal.
Otros efectos negativos de las plantaciones forestales son la pérdida de productividad del suelo debido a compactación por maquinaria pesada utilizada durante la cosecha. Además, produce la pérdida total o parcial de sotobosque, disminuyendo la biodiversidad, mientras que las quebradas son arrasadas para poner plantaciones forestales, sin fiscalización, afectando gravemente la disponibilidad del recurso agua en diversos sectores rurales. Este sotobosque es el que permite la conservación y purificación del agua para todas las vertientes estacionales y permanentes.
Por otra parte, el establecimiento de plantaciones ha producido la migración de miles de campesinos hacia la periferia de grandes centros urbanos del centro sur del país. Temuco es un gran ejemplo, llegando a ser la ciudad de mayor tasa de crecimiento demográfico de América del sur.
Sin embargo, hay un punto que me ha causado mayor estupor. Según estudios expuestos en un Seminario sobre el bosque nativo, existen aún 220.000 campesinos recolectores del bosque nativo, donde el 66% de ellos está en situación de indigencia. Es más, su ingreso per cápita es equivalente al 75% del ingreso que define la condición de indigencia. Junto a estos, otro 22% está en la línea de la pobreza. Es decir, casi un 90% de los campesinos recolectores que quedan, ubicados entre la VIII y IX Regiones, viven en o bajo la línea de la pobreza.