El cóndor californiano es una de las aves voladoras más grandes del planeta, llegando a pesar hasta 10 kilogramos. Habitan algunas regiones del suroeste de Estados Unidos pero se les encuentra predominantemente en el Gran Cañón. Aunque su mala reputación les precede, estas aves carroñeras son de hecho muy importantes para mantener el equilibrio en el ecosistema.
Se alimentan principalmente de animales muertos pero lo curioso es que una vez que localizan su almuerzo no descienden inmediatamente por él, sino que se quedan sobrevolando el área hasta por un par de días – hasta que se sienten seguros y finalmente deciden acercarse y saciar su apetito. Sus fuertes picos les permiten consumir hasta el último pedazo de carne y hueso del cadáver que consumen.
Desafortunadamente, el número de ejemplares es tan reducido que cada vez es más raro ver a estas sombrías aves sobrevolando el área. Durante algún tiempo algunos granjeros creyeron falsamente que los cóndores mataban al ganado joven y se dedicaron a exterminarlos, además de que su madurez sexual es tardada y sus nidos destruidos fácilmente.
Hoy por hoy, hay alrededor de 400 cóndores californianos en el mundo y la mitad de estos están en cautiverio o en zonas protegidas de Arizona, California y la península de Baja California, en México. En 1987 el número de ejemplares libres era de tan solo 22, pero gracias a diversos programas han logrado aumentar poco a poco su población.
Aunque los esfuerzos por salvar a esta especie en peligro de extinción sí están dando frutos lentamente, ahora se enfrentan a una amenaza silenciosa: intoxicación por plomo.
Algunos de los cadáveres de los que se alimentan son el producto de las actividades de caza de la región y por lo tanto, la carne de estos animales normalmente contiene residuos de plomo que está intoxicando a los cóndores. Este problema ya fue detectado y se estableció una ley que requiere que los cazadores utilicen balas sin plomo para cazar pero aún hay que capturar a las aves que vuelan libres para hacerles un chequeo y darles el tratamiento necesario en caso de que sufran de intoxicación.
Qué triste que los esfuerzos por conservar una especie tan emblemática para los nativos americanos se vean opacados por las mismas prácticas de los habitantes estadounidenses.
Fuente: Catching condors in Grand Canyon country (New Scientist)