Hace dos años se descubrió que en Estados Unidos existían más de ocho millones de parejas que practicaban algún tipo de poligamia, entre las que más de medio millón vivía de manera abierta en una familia poli amorosa. Los datos señalaban que la mayoría de los casos eran parejas no casadas y tenían más seguimiento por parte de hombres que de mujeres.
Esta es una tendencia cada vez más practicada por personas entre los 20 y los 30 años, aunque también entre personas divorciadas de mediana edad. Para más del 40% de esos veinteañeros, el matrimonio es una institución cada vez más obsoleta. Más de la mitad cree que los cambios en las estructuras familiares son positivos, en comparación con el 25% de las personas que lo cree por encima de ese rango de edad.
Los expertos señalan que las relaciones abiertas son siempre de dos tipos: relaciones esporádicas de manera individual fuera de la relación de pareja, o intercambios de parejas, en la que ambos tienen relaciones sexuales con otras personas a la vez. En estos casos, suele tratarse de un juego que tiene mucho más que ver con reactivar la vida sexual, mientras que el primer caso es el que puede convertir lo que empezó como algo inocente en estructuras que pueden modificar los modelos familiares.
Pero por otro lado, la poligamia acaba siendo para muchas parejas un callejón sin salida. Algunos investigadores de este fenómeno han observado que un 80% de los primates son monógamos, al igual que la gran mayoría de grupos de humanos cazadores-recolectores, por lo que los motivos genéticos y culturales empujarían a las personas a preferir relaciones de dos. Con todo, los investigadores alertan de referirse a la monogamia como algo natural, puesto que lo natural es el cambio.
Muchas personas que se encuentran en una relación monógama pueden sentirse faltas de libertad y afectadas por una sensación de claustrofobia o de posesión de la pareja, por lo que la ventaja lógica de una relación polígama es que permite explorar las necesidades que uno mismo tiene de los demás sin tener que esperarlo de un solo individuo. Además, algunos estudios han demostrado que las personas que se sienten menos atadas sexualmente a sus parejas tienen matrimonios más duraderos, como sucede en los países nórdicos, donde es frecuente hablar públicamente de las relaciones paralelas que uno tiene.
En efecto, las uniones abiertas que tienen éxito son las que funcionan para todas las personas que se involucran en ellas, por lo que requiere una buena comunicación, confianza y una correspondencia que, precisamente, debería tener cualquier relación sana. Tal y como asegura Eric Anderson en el libro ‘The Monogamy Gap’, «cuando no exista un estigma en tener una relación abierta, los hombres y las mujeres empezarán a ser más honestos en lo que quieren y en cómo lo quieren conseguir». Por lo tanto, ese sería un buen momento para analizar las posibilidades reales que tienen las relaciones abiertas, cada vez más practicadas aunque aún con cierta reticencia a ser públicamente abordadas.
Fuente: Bang Showbiz