Soledad Cruz (33) nació y creció en Talca y es la tercera de cuatro hermanos. Debido a su bajo rendimiento en el colegio, sus padres la llevaron a varios sicólogos en su infancia, y uno de ellos le diagnosticó déficit atencional y le recetó Ritalin, un medicamento conocido por sus efectos para mejorar la concentración, pero una vez que empezó el tratamiento, notaron que su personalidad cambió y dejaron de dárselo.
Desde niña tenía otros intereses, prefería leer un libro en clases, o ir a ver un concierto de música docta en la Universidad de Talca. Tenía sed de algo que todavía no descubría. “Necesita expresar su energía creativa, podría hacer teatro”, le diría otra psicóloga a su familia, y no se equivocaba.
Un día pasó por fuera de un galpón, en la capital de la región del Maule, donde ensayaban la obra ‘El tony chico’, de la compañía Teatro Al Margen, de Héctor Fuentes. “Me vio y dijo: ‘Pasa, quédate a mirar’, y me pasé toda la tarde viendo a un grupo de adultos jugando y cantando. Me acuerdo del olor a viejo, del vestuario. Ellos estaban haciendo todo lo que me gustaba, y ahí me di cuenta de que era lo que quería hacer”, cuenta.
La actriz que encarna a ‘Mechita’ en la teleserie nocturna de ‘Mega’, ha destacado en el mundo de la actuación y también se ha desempeñado como gestora cultural y directora de teatro. Durante cuatro años dirigió el Festival de Dramaturgia Maulina, que consistía en formar jóvenes, con la guía de profesores como Luis Barrales o Ramón Griffero; y hoy trabaja desarrollando proyectos culturales en el Teatro Regional del Maule.
¿Cómo descubriste a la actuación?
Cuando tenía unos 15 años, empecé a participar de unos talleres de actuación gratuitos en el Museo O’Higginiano. Además, en el colegio, mi profesora de lenguaje, que se llamaba Viviana, organizó un pequeño grupo extra programático. La recuerdo con cariño porque nos quedábamos después de clases a montar escenas de manera súper amateur y lo pasaba increíble, vibraba con el teatro. En mi adolescencia, leí harto a Shakespeare y, si bien en algún momento pensé en estudiar Literatura o Historia del Arte, cuando vi la obra ‘Gemelos’, de la compañía ‘La Troppa’, reafirmé mi vocación. Salí llorando, no podía creer lo que había visto, era mágico, ahí decidí que me quería dedicar al teatro. Cuando le dije a mis papás, tenían el prejuicio de la bohemia, el alcohol y la promiscuidad, pero fueron generosos al decirme: “Si te va a hacer feliz, te va a ir bien igual”.
Tu personaje de ‘Perdona Nuestros Pecados’ se ha transformado en uno de los favoritos, pero también has dicho que te han llegado comentarios ofensivos, ¿de qué manera ‘Mercedes’ ha impactado en la sociedad chilena?
La teleserie es un formato popular, la ve mucha gente y llega a la casa, es distinto a una película. Al principio me llegaron comentarios más conservadores y religiosos, me llamaba la atención que estuviera Dios metido. Luego se produjo un boom de agradecimiento y tengo la certeza de que existía la necesidad de expresarse, de que la comunidad de mujeres lesbianas fuera representada, porque los hombres gay están mucho más personificados. También me enfrenté a la duda de si yo era gay, y dije “me arriesgo no más”, y comprobé que no, porque amo a un hombre, pero ahora sé lo que se puede llegar a sentir. Me provoca contradicciones porque uno dice: “Oh, que bonito lo que está pasando”, pero, es bonito y terrible a la vez, al ver el país en el que vivimos y la represión que existe. Desde mi ignorancia heterosexual, creía que estábamos mucho más avanzados. Me siento afortunada de poder aportar a abrir conciencias, me veo con banderas de lucha que no pensé tener, pero que son necesarias.
Los seguidores de la serie llamaron ‘Barcedes’ a la relación, ¿cómo se refleja esa representatividad de la que hablas?
En mayo estuve con la obra ‘La Espera’, en el teatro Sidarte, y se llenó de gente por los y las barcedistas. Vinieron de lugares como Chiloé, y Arica a saludarme y darme las gracias por el respeto y el cuidado con que se ha tratado el tema. Me llevaron regalos y me pedían fotos. Ha sido inesperado, pero la relación de mi personaje con el de ‘Bárbara’ (María José Bello) generó un movimiento, y la gente nos cuenta su vida. Padres de hijos homosexuales nos escriben porque han podido aceptarlos, y también, hijos que han podido contarle a sus padres. Ha sido un logro tremendo.
Pese a que la teleserie está ambientada en otra época, este tema sigue siendo un espejo de la realidad ¿Son más discriminadas las mujeres que los hombres al hablar de homosexualidad?
La teleserie está ambientada en los años 50 y 60, pero en 2018 estamos igual, con otras proporciones, pero el sufrimiento de las personas es el mismo. Eso se corrobora con los mensajes de niñas que me escriben y todavía no son capaces de decirle a sus papás, o de una profesora de un pueblo que contó que es lesbiana, pero que en su localidad no se pueden enterar. Después de la escena en que Mechita le cuenta a su papá y él le pega, me llegaron miles de mensajes diciéndome: “a mí me pasó lo mismo”; “esa escena fue tal cual como yo lo viví”; “es el mismo texto, las mismas palabras”. Ahí se ve la representatividad.
¿Qué se comenta en tu entorno?
Mis amigos me han apoyado mucho, y he recibido reconocimiento a nivel actoral, lo que me pone contenta porque espero haber crecido como actriz. En mi familia es diferente porque, desde que mi personaje salió del clóset, es como tabú. En provincia todavía se habla de alguien gay para callado, sigue siendo algo que no se atreven a nombrar. También me pasa en Talca que me piden fotos y, de alguna manera, me agradecen lo que estoy haciendo. La teleserie ha sido bacán en ese sentido porque entrega una historia bonita, que apela a un amor noble y termina con el estereotipo de la “lesbiana amachada”.
Desde el año pasado se han destapado varios casos de abuso sexual en el mundo. Tras las denuncias contra Harvey Weinstein, otras mujeres han cobrado valor ¿Qué te parece este fenómeno?
Estoy digiriendo la información, pero sí o sí se va a generar un cambio radical. También me hago la pregunta con respecto al rol de la mujer, porque cualquier cosa que publicas en Facebook, sea verdad, o mentira, puede arruinar la reputación de alguien, y eso es delicado. Hay una película danesa que se llama ‘The Hunt’ y muestra la historia de un profesor de párvulo y una niñita que se enamora de él, pero por un mal entendido, en que ella malinterpreta algo y lo comenta en la casa, el profesor es acusado y condenado. Éste un caso distinto, pero por un comentario le puedes cambiar la vida a una persona; no hay que ser negligente con la información. Si bien yo como mujer quiero que todo se destape y que caigan los que tengan que caer, también creo que hay que tener ojo porque tanto mujeres como hombres se pueden ver vulnerados.
Esto también ha desencadenado que varias universidades hayan sido tomadas este año, exigiendo educación no sexista, protocolos de denuncia, entre otros cambios ¿Qué opinas?
Me parece fundamental para construir una sociedad que permita tomar decisiones libres, cuando es “no”, es “no”. A nivel universitario, en la carrera de Teatro, es delicado porque trabajas con tu cuerpo. Si te desnudas en una escena es complejo, se presta para malos entendidos y abusos de poder. En el caso de los profesores, esta situación es muy delicada y debería enrielarse ahora, porque una joven o un joven lo único que quiere es que le vaya bien y después conseguir trabajo. A mí nunca me tocó, pero lo vi cuando estudiaba y aún lo veo en las escuelas actuales. Es genial lo que está pasando hoy, es como la revolución pingüina, pero en relación con los abusos y desde las propias mujeres.
En Chile también han salido a la luz denuncias contra hombres de la industria del espectáculo ¿Has presenciado o estado involucrada en alguna situación de abuso?
En el caso de Herval Abreu, es bien delicado. Hay gente involucrada que ubico, hay que ver quién denuncia y cómo. A Roberto Farías lo conozco hace tiempo y no podría decir nada sobre él, conmigo se ha portado muy bien, y tampoco podría decir que le creo o no a la víctima, porque ella es quien tiene que defenderse. Me dolería un montón que lo que se dice de él fuera real y espero que no sea así. Por suerte, nunca he estado involucrada en estos temas, pero soy amiga desde hace muchos años de la actriz Paloma Amaya, quien denunció al actor Juan Pablo Miranda y yo, por sobre todo, le creo. Ella es la única persona que conozco y de quien puedo dar testimonio, porque fuimos cercanas en esa época y casi vivíamos juntas. Desde que hizo la denuncia en Facebook, ha recibido mucha agresividad. Yo le creo. No puedo hablar más de casos puntuales.
Otra forma de violencia contra las mujeres es la brecha salarial, que actualmente es poco más de un 21% ¿Cómo ha sido para ti a lo largo de tu carrera?
Nunca me he sentido pasada a llevar, pero la brecha lo dice todo. A la mujer se le paga mucho menos que al hombre y la respuesta a eso en las teleseries. Cuando entras a la tele, te pagan poco y puedes trabajar más que otro personaje, pero si es hombre, puede ganar hasta siete veces más que tú. Si actúas con un compañero hombre ocupas las mismas horas de trabajo, dedicas la misma intensidad, pero terminas ganando menos plata. Es deplorable y se debiese eliminar ahora. Te miden por cuántas teleseries tienes en el cuerpo, si eres hombre o no, si tienes más o menos seguidores, nunca por el talento, es bien irregular.
¿Ha sido un tema para ti en el último tiempo?
Sí, claro, y siempre va a ser un tema para todas quienes trabajamos en el rubro y en el caso de la teleserie, todas las mujeres ganamos menos.
Además de tu faceta como intérprete, también trabajas en teatro ¿Planeas seguir desarrollando tu carrera en ese ámbito? ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Ahora estoy con ‘El Golpe’, de Roberto Parra, el autor de ‘La Negra Ester’, obra que habla de las violaciones a los derechos humanos. Es un monólogo hecho con un pianista en escena, e interpretado por Nicolás Pavéz (su pareja). El texto está hecho en décimas, es un poco picaresco y muestra el punto de vista de los sin voz. Es casi un musical, hermoso, pero a la vez muy terrible, te ríes y lloras al mismo tiempo. Aparte, trabajo en la dirección de otra obra de un dramaturgo del Maule, que sale en noviembre. El teatro es donde me muevo, es mi centro, me llena el espíritu y la televisión es lo que me da el sustento más estable. Además, me permite a la vez difundir el teatro, para mí las dos cosas van de la mano. Es idealista creer que el teatro puede cambiar el mundo, pero a mí me cambió el destino, porque al ver una obra dije: “Esto es lo que quiero hacer toda mi vida”.