El bullying escolar es un comportamiento repetitivo y perjudicial que implica el acoso, la intimidación, la agresión o la exclusión social de un niño por parte de sus compañeros. Este puede tener graves consecuencias para la salud emocional y mental de las víctimas pero también puede afectar negativamente el ambiente escolar en general, creando un entorno poco seguro y hostil para todos.
La prevención y la intervención temprana son fundamentales para abordar el problema y garantizar que las escuelas sean lugares seguros para el aprendizaje y el desarrollo de niños y niñas. “El bullying escolar son estas situaciones violentas por las que pueden pasar los niños en el día a día dentro de las escuelas. No necesariamente son golpes, también son situaciones verbales, como burlas. Muchos niños también son excluidos de los grupos por no cumplir con ciertas características”, explicó Sara Sánchez, Coordinadora de Contacto y Vinculación de Fundación JUCONI, en entrevista con Nueva Mujer.
La especialista también agregó que el bullying puede abarcar situaciones violentas que los niños pasan con sus padres o los adultos que conforman la comunidad escolar. Sobre los signos de alerta o comportamientos que presentan las víctimas de acoso, Sánchez explicó que muchas señales se identifican por sus estados de ánimo. “Tenemos niños decaídos, silenciosos, que quieren pasar desapercibidos y también si en algún momento han levantado la voz para mencionar esta violencia que llegan a sufrir, no son escuchados y al no ser escuchados normalizan esas conductas”, dijo.
Si bien la escuela es un espacio donde pasan la mayor parte del día, las acciones preventivas comienzan desde casa, donde los padres de familia o cuidadores deben encargarse de construir un espacio seguro y de confianza de modo que no se normalicen conductas violentas.
Sara Sánchez puntualizó que es importante voltear la mirada hacia la violencia estructural la cual se refiere a las formas de violencia que están arraigadas en los sistemas sociales, económicos o políticos de una sociedad y qué consecuencias pueden tener en el desarrollo de los menores. Es por ello que reiteró la importancia que desde casa, los padres de familia tienen la obligación de reconocer cómo están estos ambientes donde los niños se desenvuelven. “Hay cosas que los niños empiezan a mencionar o mostrar que algo les está siendo incómodo, que los vemos muy apagados. Desde ese momento los papás tienen que tomar acción”.
De acuerdo con Sánchez, los papás y otros tipos de cuidadores deben estar informados sobre los protocolos o reglamentos escolares, de modo que tanto los niños como ellos sepan a dónde y con quién pueden acudir frente a una inconformidad o situación de violencia. “Todas las instituciones tienen estos protocolos de cuidado pero a veces no tenemos detalle de qué significan estos reglamentos o cómo dirigirlos cuando hay una situación violenta”, explicó.
Cuando los padres se enfrentan a la difícil realidad de que sus hijos son víctimas de bullying en la escuela, se abre un camino que exige comprensión, empatía y acción. A veces esto implica buscar ayuda profesional. Se debe trabajar en estrecha colaboración con la escuela para resolver el problema.
Si bien el tema de la prevención de bullying en las escuelas es muy complejo, la educación, la comunicación abierta, la participación de la comunidad y la implementación y concientización de políticas y reglamentaciones serán fundamentales.