Las películas y libros de romance nos han dado una idea equivocada sobre lo que es el amor. No sólo nos ha plantado la frase «felices por siempre» y el término «príncipe azul» sino que también han ejercido cierta presión en nostras sobre tener el amor perfecto.
El amor verdadero no es como en todas esas historias donde los protagonistas se enamoran a primera vista y salen chispazos cada vez que se besan. No es sólo la química inicial ni el gran atractivo físico ni tampoco el vivir un cuento de hadas.
En el mundo real nos hemos conformado con lo superficial y por miedo a la soledad, hemos recogido migajas de algo que no nos funciona.
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No nos tomamos el tiempo para comprender cómo funciona la mente de la otra persona ni cómo percibe el mundo. Olvidamos que el el amor no se trata de llenar vacíos sino de crear espacios
No podemos ir por la vida pensando en que alguien nos va a completar -porque no estamos rotos- sino que tenemos que estar con quien nos complemente.
Si nos quedamos con un amor que nos hace sentir acompañados en determinados momentos, terminará siendo sólo un capricho y eso, a la larga sólo genera más vacíos.
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El verdadero amor consiste en conocer a otra persona en su forma más pura y apreciar lo que encuentras. No es algo que descubras por casualidad o destino, sino algo que cultivas. Por más romántica que sea la idea de un «hilo rojos del destino» que une a alguien, es importante no conformarse con la primer persona que te recite palabras bonitas.
Crear espacios es abrir la posibilidad a construir un futuro como pareja. No se trata de cuánto se ríen juntos, sino de cuánto lloran juntos. Es esa apertura a la vulnerabilidad del otro lo que hace que el vínculo que tienen sea mucho más valioso que cualquier otra cosa.
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Crear espacios es reconocer los problemas y encontrar soluciones en beneficio mutuo. Reconocen sus fallas individuales y en conjunto para hacer que las cosas funcionen de la mejor manera. Es un espacio en el que buscan satisfacer las necesidades de ambos y donde los sentimientos de cada uno son igual de válidos.
El amor verdadero se construye todos los días y alcanza la perfección (o lo más cercano a ella) cuando dos personas aprenden a tomarse de la mano para caminar juntos uno al lado del otro. Si sólo se tratara de «llenar vacíos», sería muy fácil encontrar al «indicado» sólo que al final te darías cuenta de que no es precisamente lo que quieres.
Quédate con quien esté dispuesto a trabajar en la relación hoy, dentro de un mes y dentro de unos años. Alguien que no vea el compromiso como un castigo o una condena de esclavitud. El amor verdadero está en quien te impulse a ser mejor cada día y en quien no te haga dudar de que lo que tienen es perfecto.
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