Es triste admitir que tenemos poca experiencia en ponernos en primer lugar ya que no logramos querernos como merecemos. Solemos caer en esa dinámica en donde nos preocupamos por todos, menos por nosotras.
Se nos olvida amarnos, respetarnos y consentirnos antes que a cualquiera. Si tú no te amas, no podrás aceptar jamás un amor sano porque simplemente no creerás que lo mereces.
No podemos estar bien con los otros, si no estamos bien con nosotras. Muchas veces creemos que si encontramos a alguien que nos ame fuertemente podremos recoger los pedazos de nuestro corazón para crecer más fuerte.
Que el amor que otras personas nos proporcionen será nuestro salvavidas para que creamos somos suficientes. ¿El problema? Así no funciona la psicología humana.
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Ni todo el amor de nuestros seres queridos nos puede salvar de nosotras mismas y de nuestras inseguridades. Tenemos que trabajar en respetarnos, para así respetar a otros; amarnos sanamente, para amar a otros sanamente; entender de donde viene nuestras inseguridades, para poder vencerlas.
Amarnos tan fuerte nos asusta y asusta a otros. Pero cuando tus acciones vienen desde ese lugar, desde la paz, y la tranquilidad todo nuestro entorno comienza a cambiar.
¿Te animas a no poner pretextos y comenzar a ponerte como prioridad?
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