La depresión es un monstruo que destruye tanto a quien la padece como a quien está cerca. Es una lucha por sobrevivir día a día; un ir y venir de situaciones que a veces son complicadas de entender. Cuando alguien está experimentando depresión, su vida entera se ve hecha pedazos y quienes están cerca, tienden a pensar que se trata de un episodio temporal de tristeza que eventualmente pasará. Pero no es así.
Si bien la depresión es una enfermedad mental grave, a menudo es malinterpretada e incomprendida. De pronto, quien está cerca de alguien que la padece, se ve sumergido en un laberinto sin salida donde todo lo que diga o haga puede ser un arma de doble filo.
Todos nos hemos sentido tristes en algún momento. Hemos llorado ante una ruptura amorosa o un tropiezo laboral. Hemos lamentado la pérdida de un familiar o de una mascota pero eventualmente lo superamos y seguimos adelante lo mejor posible. Pero una persona con depresión, no puede ponerse de pie y sentir motivación así como así. Es como ahogarse, excepto que todos los que te rodean están respirando.
Si tienes cerca a un ser querido que está atravesando por una depresión, esto puede ayudarte a ayudarlo.
No lo señales por ser «tan negativo»
La depresión convierte al mundo en un paisaje de negatividad. Cualquier cosa que suceda en un episodio depresivo se conecta más con sentimientos negativos que con sentimientos positivos. Piénsalo así: Si alguien te felicita por haber hecho algo bien, en vez de sentir de orgullo o gratitud, piensas que está fingiendo o que hay algún interés detrás. Además, todos los sentimientos de ira, la frustración y culpa se vuelven mucho más potentes y son difíciles de amortiguar.
Las personas deprimidas no están eligiendo ver los negativos e ignorar los aspectos positivos, simplemente estos parecen su única opción. ¿Qué hacer entonces? No actúes como si necesitara tratar de encontrar positividad donde no hay ninguna. Dile que necesita una actitud positiva, por lo que le gustaría hablar sobre algo positivo, incluso si no tienen nada positivo. Y si no pueden redirigir absolutamente nada, tómate un descanso para rodearte de la positividad que necesitas y vuelve más tarde a abordar el tema desde una pregunta como «¿te pasó algo lindo hoy?».
No alimentes su tristeza
Compadecer o incapacitar a una persona deprimida puede ser el peor daño ya que eso refuerza su tristeza. Ayuda tu ser querido a mantenerse ocupado, ya sea con un viaje espontáneo, una sesión de baile, o hasta una sesión de spa. Escucha y reconoce su sufrimiento pero no creas que con frases motivacionales lo inspirarás a salir adelante. A veces tratar de impulsarlo con frases bonitas, provoca culpabilidad y frustración.
No subestimes su dolor
Cuando validas su sentir y demuestras empatía, te vuelves un aliado y no alguien que alimenta su pesar. Nadie posee la capacidad de ver lo que ocurre al interior de otra persona, no podemos subestimar su dolor ni creer que responderá como uno lo haría. Hay corazones que son más frágiles que otros y mentes más susceptibles que otras. No es debilidad, sólo es nuestra condición mortal la que nos hace actuar y reaccionar de diferentes maneras ante el dolor.
Tomar muy enserio cualquier insinuación o amenaza de suicidio
Es un grave error pasar por alto señales de este tipo ya que cuando se trata de una persona con depresión, puede ser un aviso y no una simple amenaza. Si comienzas a notar alguna señal como que tiene los medios (armas o medicamentos) disponibles para hacerse daño, ha señalado un lugar para intentar suicidarse o piensa que no hay otra manera de terminar con el dolor más que muriendo. Manténte pendiente de la persona, no la dejes sola por tiempos prolongados y sobre todo BUSCA AYUDA PROFESIONAL.
Buscar ayuda profesional
Este punto puede ser muy útil para ambas partes ya que el profesional sabe por dónde y cómo abordar la situación. Lo más recomendable es iniciar un proceso psicoterapéutico para trabajar en las áreas requeridas perso eso siempre debe ir de la mano de un profesional. No trates de forzarlos. Se dice fácil pero no es tan simple hacer que alguien con problemas pida ayuda. No se puede presionar a alguien para que se someta a un tratamiento pero sí puedes tratar de animarlos a ello. Una forma de hacerlo es compartiendo experiencias, si es que has acudido a una terapia. Si no lo has hecho, igual puedes hablar del tema normalizándolo, es decir, no hagas que suene como algo que a nadie más le pasa.