Por Karen Hernández
La vida laboral puede ser extremadamente demandante y desgastante. En ocasiones, los pendientes, alargan nuestra jornada más de la cuenta, obligándonos a trabajar hasta altas horas de la noche.
Lo cierto es que, no dormir por tener que trabajar de noche, con la presión de «tengo que terminar esto sí o sí», puede provocar un envejecimiento prematuro en el cerebro y la capacidad intelectual. Según un estudio realizado por la Universidad de Swansea y la Universidad de Toulouse,los efectos en el cuerpo a largo plazo de estos turnos nocturnos son dañinos para la salud física y mental y aunque pueden reflejarse en un lapso de 10 o más años, también puede ocurrir en la mitad de tiempo (5 años).
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El experimento consistió en estudiar a 3000 individuos con turnos laborales matutinos y otros que tienen turnos laborales rotativos (es decir, que trabajan de día y de noche según les asignen). Los resultados concluyeron que debido a esta extensión anormal de horarios, presentaban un deterioro de las capacidades cognitivas como falta de memoria, procesamiento lento y un mayor agotamiento mental que aquellos que tienen turnos matutinos establecidos. A su vez, cuando a estos se les dio la oportunidad de cambiar horarios, se encontró que habían logrado recuperar, en gran medida, sus habilidades cognitivas, así como de la fatiga y el estrés. Los expertos aseguran que esto ayuda en cierto modo a comprender la demencia (debilitamiento de las facultades mentales debido a la edad).
Video por Mario Grullón:
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De acuerdo con las investigaciones de Charmane Eastman, psicóloga y fisióloga de la Universidad Rush en Chicago, la mala programación laboral, combinada con hábitos poco saludables de sueño, provoca graves problemas para el trabajador nocturno ya que rompe con el ritmo natural del cuerpo. Y es que nuestro reloj biológico está diseñado para estar activos durante el día descansar por la noche Este es un importante temporizador que permite que las glándulas liberen hormonas en el tiempo adecuado, además de que controla el estado de ánimo, el estado de alerta, la temperatura corporal y otros aspectos del organismo. Por eso, privarnos del sueño con trabajos demandantes, especialmente aquellos que requieren de todos nuestros sentidos para tomar decisiones, puede ponernos en riesgo y a otros.
Trabajar contra el ciclo natural del sueño de una persona provoca trastornos del sueño como la fatiga, disminución de capacidades cognitivas y reflejos, cambios en el estado de ánimo y también interfiere con la toma de decisiones acertadas. El trabajo nocturno y la fatiga provocada por la falta de sueño, nos hace vulnerables y corremos el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón y cáncer, según una investigación de John Violanti, psicólogo organizacional. Asimismo, puede generar sobrepeso y obesidad, colesterol alto, presión arterial alta y aumento en los niveles de glucosa por la falta de alimento mientras trabajas.
Lo cierto es que, a la larga, se vuelve ‘costumbre’ obligar al cuerpo a llevar a cabo estas jornadas, tanto que lo sentimos como algo normal. Es evidente que no se puede renunciar o evitar estos trabajos (especialmente cuando el contrato laboral lo dice), sin embargo, debemos tratar de cuidar neustra salud en la mayor medida posible. Aprovecha el tiempo libre que tengas para descansar y olvidarte del estrés laboral, de lo contrario, llegará un momento en que todo el sueño del mundo no va a compensar la desalineación biológica.
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