Combinar redes sociales con relaciones de pareja, no siempre dejan cosas buenas. No cuando las relaciones terminan.
Siempre me ha parecido todo un caso de estudio el cómo utilizamos las plataformas sociales para comunicar cualquier tipo de cosas, desde las más útiles, hasta las más irrelevantes. ¿Acaso verdaderamente creemos que todo lo que publicamos en ellas importa?
Revisaba como siempre mi feed de noticias en Facebook y empecé a notar que un par de amigos, que acaban de separarse hace un mes, publicaban tres veces al día cómo iba su nueva vida; ella, con frases motivacionales, sonrisas amplias, foto de perfil con cambio de look y toda una nueva vida por delante, mientras mi pobre amigo se corta las venas con canciones lentas y raras, fotografías de sus tiempos felices casados, etc.
Esto me ha hecho sacar algunas conclusiones. Las redes sociales son un arma de doble filo cuando se trata de compartir información. Son necesarias para acercarnos a otros lugares del mundo en tiempos de desgracia (como Nepal últimamente), pero ineficientes en manos de dos personas en duelo.
Estamos familiarizados con las etapas, siempre es lo mismo. En un principio, los dos se alejan, pasan semanas y no te los topas en ninguna parte de tu página de inicio. Pero una vez que alguno decide regresar, no te queda más que prepararte para la ola de indirectas y pedradas que están a punto de convertir tu red social en un campo de batalla, y a ti en un espectador. Esta fase puede durar meses, hasta que todo el mundo los elimina, se enfadan de ellos mismos, se reconcilian o conocen a alguien más.
Hace un par de semanas que soy la espectadora de una de esas historias. Más que tristeza, siento pena y sin embargo a los dos les tengo mucho cariño. Ella cambia su foto de perfil cada día, supongo que todavía no encuentra la que muestra su mejor cara (porque todavía no sabe cuál es la cara de la soltería), él decidió crear un álbum de fotos con toda su historia juntos y todos los días vacía un montón de imágenes de ella, en lugar de eliminarlas. A ella se le ocurre compartir frases sobre el perdón, la libertad, la soledad y la felicidad de una nueva etapa, mientras él le responde con otras sobre la resignación, la pérdida y el karma. Toda una función.
Recuerdo la primera vez que terminé con un galán y realmente me dolió. Ojalá hubieran existido estas formas de aventarle indirectas y decirle que fue un verdadero imbécil de mil maneras sin necesidad de mencionar su nombre pero que todo el mundo supiera que era él. Por el contrario, tuve que ir personalmente a su casa, pararme frente a él con mi voz temblorosa y armarme de valor.
No estoy segura de por qué actuamos de esa manera, utilizando las redes sociales para demostrar fortaleza o ponernos como víctimas de una situación. ¿En dónde quedaron los amigos? Ellos son quienes deberían asumir toda esa parte, no el montón de desconocidos que al final terminan por eliminarte de su lista de amistades por ridículo y clavado.
O peor aún, quizá es una forma de hacerle saber a la otra persona lo mucho que te está doliendo o lo bien que te cayó la ruptura, ahorrándote la incomodidad de su presencia o las lágrimas de por medio, o esperando que recapacite y se de cuenta que realmente las estás pasando muy bien sin él y regrese a buscarte. Qué sé yo.
Lo que sí me queda claro, es que se ve patético. Si estás en esa situación, utiliza esto como una indirecta y camba de táctica. Soy de las que creen que un duelo, el que sea, bede vivirse plena y naturalmente. Si lo vas a compartir, debes hacerlo con verdaderos amigos, ¿no crees?