Lo más difícil al hacer ejercicio es empezar. El 20% es proponértelo, otro 20% es empezar, y el resto es mantenerte. Si ya tienes el 40% cubierto, entonces es momento de leer lo que viene a continuación para que no desistas y te animes al reto.
Lo primero que debes olvidar es la obsesión por perder peso. Cuando estás en un proceso de entrenamiento generalmente nos ponemos objetivos medio complicados. Y digo generalmente, porque en mi caso, lo único que quiero es mantenerme activa porque el sedentarismo está a la orden del día. Pero en algún momento fui de las que no querían salir del gym sin 3 kilos menos.
Se trata de ver al ejercicio como es: un hábito complicado antes y al inicio, pero que no querrás dejar una vez que detectes los primeros resultados. Para entender esto, sigue leyendo:
Aplicar el “sólo por hoy”
El “solo por hoy” también aplica en esto. Si te gana el antojo y tu pensamiento es algo como “bueno, solo un poquito por hoy, al fin que mañana lo quemo”, olvídalo. Es muy común que por el simple hecho de haber pagado la inscripción en el gimnasio o haber comprado todo el kit de mancuernas, pesas y tenis para correr, creamos que la magia está sucediendo, y no es verdad.
Lo que haces día con día funciona como una predicción. Así que comienza por vivir el “solo por hoy” pero en lugar de hacerlo cumpliendo antojos, ayúdate con todo lo contrario: “solo por hoy me resistiré a los tacos/chocolates/refrescos”.
Aplica la regla 80/20
En el mundo de los negocios, esta regla significa que el 20% de tus clientes te darán el 80% de tus ventas. Lo mismo con el tema del ejercicio.
En lugar de querer hacer 3 horas de gimnasio al día para empezar, porque has escuchado 20 rutinas de ejercicios diferentes para cada parte de tu cuerpo y las quieres hacer todas, mejor simplifica y optimiza.
Asesórate y busca rutinas que, combinadas con los buenos hábitos, te generen el 80% de los resultados que buscas. El reto es obtener el mayor beneficio con un porcentaje menor de esfuerzo.
Tienes mucho de dónde escoger
En la alimentación, por ejemplo, si algo debes tener claro es que nunca debes dejar de comer.
No importa la dieta que sigas, todas se reducen a lo mismo: bajarle a la comida procesada, grasas saturadas y azúcar. Pero esto no significa que debas volverte una odiosa que no pueda salir con sus amigos a cenar porque “estás a dieta”.
Aprende a descansar
El sueño es tu mejor aliado en este proceso. Tú misma te darás cuenta del cambio en tus hábitos de sueño, porque el cuerpo solito te lo va a pedir.
Cuando armes tu plan de entrenamiento, asegúrate de incluir un horario de sueño, con siestas incluidas. La rutina antes, durante y después de dormir influye directamente en las reacciones de tu cuerpo producidas por el ejercicio, así que tómalas en serio.
Diseña tu propio programa de entrenamiento
Está bien seguir algunas recomendaciones y poner el video de Youtube en tu recámara y seguirlo. Sin embargo, siempre será mejor marcar tu propio ritmo, ya que nadie sabrá mejor que tú lo que puedes hacer. Si el video trae 15 repeticiones, quizá quieras empezar con 10.
Lo más importante es entender que tu físico no determina tu ánimo, sino al revés. Compararte con atletas de alto rendimiento o modelos fisicoculturistas no es malo cuando utilizas esa admiración como motivador. En el momento que te sientes incómoda con tu cuerpo, castigándote u obsesionándote todo pierde sentido y difícilmente lograrás tu objetivo.