Deborah Moggach es una reconocida novelista inglesa, tiene 64 y mucha sabiduría. La escritora publicó una columna muy interesante en el Daylimail que quiero compartir con ustedes.
Para Deborah la clave de una buena relación amorosa es que sin importar el tiempo que lleven juntos no deben convivir en la misma casa. Idea con la cual estoy muy de acuerdo.
Y es que cuando las parejas conviven comienzan a tener una serie de problemas que en serio se podrían evitar y ser más felices viviendo separados. Además, no convivir les da más posibilidades de mantener la relación en una constante seducción, sorpresas y emociones. La rutina es lo más peligroso para el amor.
Según una encuesta reciente, el 23% de las parejas inglesas-2,2 millones de personas- viven separados a pesar de tener una una relación formal. Algunos viven de esta manera por elección y otros por circunstancia, pero el número está creciendo rápidamente, comenta la escritora.
Según algunas cifras, el número de hombres y mujeres que viven separados pero están en pareja se ha incrementado en un 40% en la última década. Por ejemplo tenemos a Helena Bonham Carter y Tim Burton, que viven en casas adyacentes Londres y su relación se ha mantenido muy estrecha por 13 años.
De acuerdo a la información de la columna las parejas jóvenes viven separadas porque no quieren sacrificar su independencia, mientras que aquellos que son mayores han acumulado demasiadas posesiones para reunirlas en una sola propiedad.
Sin embargo, para Deborah existen miles de razones para esto. Por ejemplo, hay mujeres que han trabajado duro y no quieren arriesgarse a perder sus ahorros cuando una cohabitación no funciona, también están los hombres que valoran su independencia y viceversa.
La escritora comenta que no tiene miedo al compromiso o a compartir sus finanzas, pero está aterrada de la domesticidad. Según la columnista, la gente hoy en día se va a convivir muy pronto y les recomienda pensar bien la decisión antes de tomar el gran paso porque compartir un hogar cambia una relación.
Uno de los detalles que más me interesó y me hizo sentir representada fueron los siguientes: Para empezar cuando convives, no llegas a disfrutar cuando uno u otro llega a la casa, ni tanto tampoco de las salidas románticas. Cuando no vivimos juntos siempre se besas cuando se juntan y tienen siempre muchas noticias para compartir. Por ejemplo, los hábitos molestos son mucho menos desagradables cuando sabes que al día siguiente a quien amas no va a estar.
Deborah asegura que la convivencia supone una enorme carga, se debe ser amante, amigo, administrador, chef, servicio doméstico y es casi imposible mantener todos esos roles activos, esto puede conducir a la decepción y luego al quiebre de la relación. En cambio si no viven juntos pueden pasar más tiempo con otras personas y aliviar la presión sobre su amante.
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