Un fallo sin precedentes al fin beneficia a los indígenas y campesinos y no a las grandes transnacionales. Se trata de la indemnización más grande de la historia que tiene que pagar una petrolera por contaminar tierra aborigen. Aunque la suma es grande, hay que señalar que el daño que por años causo el vertido del crudo es invaluable, tanto por el daño a la naturaleza, como por la pérdida de vidas humanas.
Quien iba a pensar que un conjunto de comunidades de indígenas y campesinos iba a lograr ganar un juicio contra una mega compañía petrolera como es Chevron-Texaco. Pero bueno, la justicia a veces existe, y esta vez el mérito se lo lleva Argentina, ya que fue la única nación que logró que la petrolera Texaco pagara una indemnización ejemplar a las comunidades ecuatorianas del Amazonía, luego de arruinar su salud y calidad de vida por cerca de 50 años.
En 1964 Texaco llegó a la selva amazónica ecuatoriana para comenzar su primer pozo. Un plato de comida le dieron a los lugareños y luego talaron cientos de hectáreas de bosque, comenzaron con el ruido infernal de maquinarias, los ríos se volvieron negros, los animales murieron o se alejaron. Poco después la tierra, el aire, el agua y todo olía a petróleo. Los campesinos no sabían que era pero ya no podían cultivar, no podían tomar agua, si se bañaban en el río se llenaban de sarpullidos, empezaron los vómitos, las diarreas y otras enfermedades nunca antes vistas. Un indígena comentó que uno de sus hijos nació con una enfermedad muy extraña, a los 6 meses murió por problemas de crecimiento, su segundo hijo corrió mejor suerte los primeros años, pero luego el panorama se volvería a oscurecer: “Cuando tenía tres años ya podía nadar y caminar, yo lo llevé un día al río. Y el niño, mientras se bañaba, tomó agua contaminada. Cuando llegó a la casa empezó a vomitar. Terminó vomitando sangre. Antes de 24 horas falleció. Dos hijos. Desde ahí yo dije ¿qué puedo hacer, cómo podemos defendernos de las enfermedades que vienen de todos lados?”.
Algunos testimonios hacen pensar que el dinero nunca será suficiente, especialmente para esta gente que vive de la selva y la pachamama, donde el dinero no es un bien tan necesario como el agua y la tierra, como tampoco otras cosas materiales como celulares, computadores, o televisores de última generación. De todos modos, una suma millonaria de dinero es lo único que realmente les duele a las empresas. Por eso establecer un fallo como el de Texaco, puede servir como jurisprudencia para futuros juicios, para que así otras petroleras lo piensen dos veces antes de contaminar a destajo un pulmón del planeta y pensar que con un plato de comida pueden comprar a una comunidad que no habla su idioma y no entiende de temas como el crudo. Que sepan todas esas empresas que cuando se trata de la tierra, diferentes grupos de indígenas que ni siquiera hablan el mismo dialecto entre ellos, pueden unirse, dar la pelea y ganar.
Indígenas y campesinos ecuatorianos, no bajaron los brazos hasta que se hizo justicia. Como Texaco dejó Ecuador en 1992, olvidando 60 millones de crudo derramado, ya no había nada que hacer en la justicia de es país. Asesorados de buenos abogados, recurrieron a tribunales de otras naciones como Canadá, Colombia y Brasil, no tuvieron éxito, pero finalmente Argentina dio el martillazo final y embargó de todos los activos de la compañía Texaco para que pagara por su “crimen”. Tiempo después YPF también recibiría un fuerte golpe de los ché, aunque por otros motivos políticos.
Fuente: Los 30.00 indígenas y campesinos que hicieron lo imposible (El Eco de los Pasos)