Cuando se estrenó en junio 2006, El diablo viste a la moda logró cautivar a las audiencias en el mundo al punto de convertirse en una de las más taquilleras durante las últimas décadas.
Con el paso de los años, la mezcla de ropa elegante, diálogos llameantes y su representación de las mujeres en el poder hicieron de esta cinta dirigida por David Frankel un clásico moderno.
Gracias a su historia atractiva, personajes icónicos y la química espectacular entre sus brillantes protagonistas, Meryl Streep y Anne Hathaway, la cinta tocó fibras y ha perdurado en el tiempo.
No obstante, algo que no todos conocen es que esta sátira del mundo de la moda es una adaptación de una novela homónima de la periodista Lauren Weisberger publicada en 2003.
Pero, aunque el best-seller se trata de una obra de ficción faustiana, la autora se inspiró libremente en el tiempo que trabajó como asistente de la icónica editora en jefe de Vogue, Anna Wintour.
La verdadera y poco conocida historia de El diablo viste a la moda
Sobre el origen de la novela, su dificultosa adaptación al cine y posterior repercusión, la periodista Amy Odell realizó toda una investigación para su libro Anna: La biografía sobre la vida de Wintour.
En un extracto del best-seller, publicado por Lit Hub, se narran todos los pormenores reales y no contados detrás del nacimiento de esta gran historia que sigue atrapando audiencias.
Lauren Weisberger y el consejo que dio origen a El diablo viste a la moda
La publicación comienza narrando todo desde el principio, cuando Lauren Weisberger llegó por primera vez a la oficina de Vogue en diciembre de 1999. En ese momento, se acababa de graduar de la prestigiosa Universidad Cornell y Wintour decidió contratarla como asistente.
No obstante, de inmediato, se hizo evidente que la joven no iba a funcionar para el trabajo. En especial porque ella quería ser escritora y asistir a Anna no se trataba de hacer periodismo sino de “entregar café con leche caliente rápidamente con tacones altos”, señala Odell.
Laurie Jones, editora gerente en ese momento, recordó que Weisberger “no pudo obtener ninguna asignación de nosotros”, como era de esperase. Además, señaló que era “una chica encantadora”, pero “no una gran escritora, pobrecita”.
Tras estar en el trabajo por varios meses, Weisberger se marchó de Vogue con Richard David Story, un dócil editor de la revista que renunció para trabajar en Departures. La joven supo que se iba y le preguntó si podía ser su asistente en su nuevo trabajo.
Al leer lo que escribía, él le aconsejó que tomara lecciones de escritura. De inmediato, se inscribió en un curso de escritura creativa y comenzó a crear una novela sobre lo que pensó sería más interesante para otros: cómo era ser la asistente de Anna Wintour.
Su profesor la aconsejó mostrarle el material a la agente de libros Deborah Schneider. Ella aceptó, aunque lo que tenía en ese momento todavía no se acercaba a un borrador completo. Empero, no pasó mucho para que la agente la llamara.
“Si quiere vender este libro, puedo venderlo esta tarde”, dijo, según recoge Odell. De esta manera, lo que empezó como un ejercicio de escritura de Lauren se terminó convirtiendo en su primera novela: El diablo viste a la moda (en inglés, literalmente es El diablo viste de Prada).
Anna Wintour y su reacción a la novela inspirada por ella
En mayo de 2002, la novela se había vendido a Doubleday por 250.000 dólares. De acuerdo a Odell, cuando Wintour supo de la existencia del libro, confesó a Jones: “No recuerdo quién es esa chica”.
El diablo viste de Prada se lanzó en febrero del año siguiente. Todo apuntaba a que sería un superéxito de ventas: se imprimieron 100.000 copias, la escritora lo promocionaba en programas de televisión como Today y la productora Wendy Finerman lo había elegido para llevarlo al cine.
No obstante, al abrirse con la prensa sobre su experiencia trabajando en Vogue, la escritora fue enfática al asegurar que “nada” de la relación entre la tiránica Miranda Priestly y Andrea Sachs “se basó en Anna”.
En la columna de David Carr en el New York Times, publicada poco tras la salida de la novela, Wintour expresó: “Siempre disfruto de una gran obra de ficción… No he decidido si voy a leer o no eso”.
Sin embargo, Jones aseveró a Odell que Anna lo leyó con un grupo de sus colegas. “Sé que Anna lo leyó y estaba un poco desconcertada. Ella no se ofendió. A ella no le molestó en absoluto”, afirmó.
William Norwich, amigo de Anna, coincidió en que a ella “realmente no le importaba” la novela. Ni siquiera cuando se mantuvo entre los best-sellers del New York Times por seis meses.
“No creo que Anna esté tan interesada en el fenómeno cultural que es como el resto de nosotros”, contó. Además, dijo que Anna ha confesado a sus amigos estar “aburrida” de ella, por lo cual nunca escribirá unas memorias. “Ella no quiere dejar de trabajar para reflexionar”, expresó Norwich.
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La película entra en producción y proponen un enfoque empoderador
En el año 2005, El diablo viste a la moda entró en producción y se dio a conocer la noticia de que Meryl Streep encarnaría a Miranda Priestly, el personaje basado en Anna, en el filme.
El cineasta David Frankel dejó claro que no sería parte de una obra detractora de Wintour. “Anna Wintour hace un trabajo extraordinario y esta va a ser una carta de amor a las mujeres trabajadoras que hacen un trabajo excelente”, expresó al estudio, según acopia el libro de Odell.
El director quería que la película plasmara los sacrificios que se deben hacer a veces para hacer un trabajo excepcional como el de la editora en jefe de Vogue.
“Uno de los sacrificios es no ser tan amable. Si eso es lo que se necesita, eso es lo que se necesita”, apuntó. La novela, por supuesto, no presentaba así las cosas.
De acuerdo a la publicación, el estudio recalcó que no estaban trabajando “la historia de Anna Wintour”; mientras, Streep insistió que no estaba encarnando a Anna Wintour.
De hecho, según el director, la actriz basó su construcción de Miranda en sus experiencias trabajando con los directores Clint Eastwood y Mike Nichols.
Sin embargo, evidentemente, Anna era la inspiración para el personaje tanto en el libro como de la película. Incluso, el diseñador de producción se coló en el edificio de Condé Nast para capturar fotos de la oficina de la escritora con el fin de replicarla tal cual en la película.
Los obstáculos que sorteó El diablo viste a la moda por su vínculo con Anna Wintour
Odell destaca que el director logró que varios diseñadores leyeran el guion y le ofrecieran sus observaciones, pero siempre y cuando mantuvieran su colaboración en total secreto porque “tenían mucho miedo de Anna”.
Consiguió que Naomi Campbell –a quien conocía de otro proyecto- aceptara hacer un papel pero, de repente abandonó el proyecto. En su lugar, entró Gisele Bündchen.
No obstante, esos no fueron los únicos obstáculos que enfrentó el filme por estar inspirado en Wintour. Y es que, según Frankel a Odell, muchos miembros de la industria de la moda y en Nueva York tenían “un profundo temor de cruzarse con Anna”.
Por ejemplo, muchos diseñadores “estaban aterrorizados” de prestar su ropa a Patricia Field, la reconocida diseñadora de vestuario, para el filme.
No pudieron filmar en el Museo de Arte Moderno, ni el Museo Metropolitano de Arte ni Bryant Park –en donde se suele celebrar la Semana de la Moda de Nueva York- porque las personas temían “enojar a Anna”.
Según el director, la escena del baile se grabó el Museo Americano de Historia Natural porque era “el único lugar donde ella no tenía influencia”.
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La verdadera Miranda Priestly fue al estreno de la peli… ¡vistiendo Prada!
El diablo viste a la moda finalmente se estrenó en junio de 2006, pero Anna Wintour la vio primero pues asistió a la proyección especial el 23 de mayo en el Paris Theatre de Nueva York.
La autora cuenta que el equipo de relaciones públicas del filme le extendió la invitación al evento. Anna asistió con varios invitados, entre ellos, William Norwich y su hija, Bee.
Si bien no se tuvo claro los motivos que tuvo para asistir, la celebridad lo hizo, perspicazmente, vistiendo Prada. De acuerdo al libro, Wintour es de las que se marcha si algo le aburre, pero en esa ocasión vio todo el filme sentada con su hija sentadas frente al director.
Al final, la película tuvo un gran impacto en la imagen de Wintour, pero uno muy favorable.
Odell lo describió así: “Terminó el año 2006 como una de las personas más fascinantes de Barbara Walters y se convirtió en una celebridad convencional, como Cher o Madonna, reconocible solo por su nombre de pila”.
Pero esta nunca fue su meta, aseguró su gran amiga, Anne McNally. “Ella lo ve como parte de su trabajo. Ella es muy consciente de que esta es una persona que existe en este momento porque tiene ese trabajo, y en el momento en que no tiene ese trabajo, sabe que va a ser diferente”, contó.