Las noticias de desapariciones forzadas de mujeres y feminicidios en México abarcan los titulares del país todos los días. Las fichas de búsqueda son una constante, así como los hashtags y las movilizaciones con las que se exige justicia.
En menos de un mes se han emitido alertas por más de 20 jóvenes desaparecidas en el Estado de Nuevo León y aunque apenas el gobernador Samuel García, emitió un decreto para crear un grupo especial para la búsqueda de mujeres desaparecidas integrado por 200 elementos de Fuerza Civil, la impunidad y la indiferecia imperan.
Resulta escalofriante pensar que las desaparecidas pueden ser más, entre las que no se reconocen, las que no hacen ruido alguno y las que simplemente pasan desapercibidas.
“No dije nada antes porque ante una mujer desaparecida, las palabras sobran”, se lee en una parte de una publicación del gobernador el 10 de abril. Mientras que a nivel nacional, el presidente descalificó un informe del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, diciendo que “no actúan con apego a la verdad”.
Y mientras que en redes sociales muchos se dedican a culpar a las victimas por “estar en el lugar equivocado”, el silencio también se ha convertido en parte del problema porque normaliza la violencia a la que estamos sometidas.
La situación está completamente fuera de control pero por momentos, la sociedad parece haberse acostumbrado a ello.
Apenas pasaron unos días del feminicidio de la pequeña Victoria Guadalupe, de seis años de edad, cuando ya circulaba la fotografía de Debanhi Escobar, quien desapareció tras ser abandonada a orillas de la carretera a Nuevo Laredo.
A la par, se dió a conocer que encontraron el cuerpo de María Fernanda, en una casa en el municipio de Apodaca, luego de que su familia perdió contacto por días con ella.
El caso de “Yummi” una joven modelo de OnlyFans también desapareció en la Ciudad de México pero no ha dejado de ser señalada por su trabajo.
Vania Barrón salió a hacer ejercicio en la Alcaldía de Iztapalapa y no volvió. También se emitieron fichas de búsqueda para Valery Martínez, Lucía Saraí y Fernanda Jael, alumnas del IPN pero sus casos han sido señalados como “desaparición voluntaria”, minimizando el peligro que en realidad podrían correr.
La ausecia de todas duele y aunque no las conozcamos, se sienten cercanas.
Estamos frente a una de las peores crisis en cuanto a la violencia de género pero la sociedad parece indolente, entre comentarios de mal gusto, cuestionamientos a la víctima, bromas e indiferencia.
La indiferencia hacia otros humanos y la falta de compasión hacia aquellos que sufren injusticias es un problema real. A veces es el mismo miedo el que nos lleva a negar esa realidad y a veces es una muestra genuina de la descomposición social.
Cada vez que circulan imágenes de mujeres desaparecidas, no falta quienes juzgan a la víctima. La mayoría de las veces no hay detenidos ni consecuencias lo que hace que México sea uno de los países más peligrosos para ser mujer.