Nadie puede refutar que María Félix fue una de las mujeres más bellas y talentosas, además de una adelantada a su época, que ganó reconocimiento no solo por su trabajo como actriz, sino por empoderar a otras con sus ideas feministas y su gran carácter.
Pero detrás de la imagen de esa dama de hierro que marcó a toda una generación, también había un ser humano común y corriente. Con defectos y complejos, pero con grandes ganas de cautivar a la audiencia y siempre se esmeró por ello.
Ahora, varios de sus secretos han salido a la luz gracias a unas declaraciones del escritor Miguel Sabido, dramaturgo que convivió durante tres años con la artista a propósito de la telenovela, La Constitución, y que reseñó Quién.
Curiosidades que no sabías sobre María Félix
Era tartamuda
La Doña, como la bautizaron, era tartamuda y tenía cierta dificultad para pronunciar algunas palabras, especialmente durante los primeros años de su carrera, pero ella no quiso que se supiera porque “era un defecto” y ella quería “conservar una imagen perfecta”.
“Cuando digo esto, la gente se sorprende, pero así fue. Ella tenía que hablar para arriba y mover sus manos enfrente de la cara para disimular su tartamudez. Se enojaba mucho cuando no podía pronunciar ‘murmullo’, por ejemplo, decía que era una estupidez de palabra”, declaró el mexicano.
Arreglos estéticos
En esa misma línea de transmitir una imagen impecable, María Félix también se sometió a ciertas cirugías y tratamientos estéticos para embellecerse.
Sabido apunta que se retiró dos costillas de cada lado para tener una cintura más fina y dos muelas para afilar la cara y sobresalieran los pómulos. En su opinión “ella estaba decidida a ser la mujer más bella del mundo, y lo logró”.
Sobre su personalidad
Por otra parte, se conoce que María Félix, fallecida en México en 2002, era una mujer tan disciplinada que una vez se desmayó trabajando aguantando un dolor para no detener las grabaciones, pero poco de esas complicidades internas.
Por ejemplo, afirmó que le gustaba bailar desde un pasodoble, tango o danzón. Asimismo, pese a su carácter, la describe como “una mujer encantadora, simpatiquísima. Era una mujer que hacía chistes, se reía de sí misma... era cariñosa, amiga de sus amigos y tenía una autodisciplina verdaderamente admirable”.
De igual manera, practicaba yoga, echaba las cartas y leía la mano. No le importaba decir malas palabras, se sentía orgullosa de la herencia india de su abuela y siempre fue muy celosa de su intimidad.