La película Joker sigue dando mucho de qué hablar y es que la espléndida interpretación de Joaquin Phoenix ha llevado a muchas interrogantes en torno al personaje.
Según la historia, inspirada principalmente en The Killing Joke (novela gráfica de 1988), el Joker es un tipo que vive en condiciones extremadamente difíciles. Sueña con ser comediante, quiere validación de la sociedad y ansía el aplauso del público pero su condición y una serie de factores crueles que lo rodean no se lo permiten.
La escena donde Fleck, convertido en el Joker, baja las escaleras bailando al ritmo de Hey song (Rock and roll pt. 2) de Gary Glitter, ha pasado a ser una de las más icónicas del cine. Y es que no sólo es el hecho de que está bailando sino de que es el punto en el que culmina su transformación en un payaso loco y asesino.
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Pero la escena no tiene la intención de alegrarnos ni a estremecernos, sino de hacernos reflexionar sobre esta transición que ha tenido el protagonista. Es una especie de monólogo sin palabras, en el que nos queda claro que Fleck no es una víctima como nos hizo pensar, sino el villano de la historia.
Es una escena que quizá en The Dark Knight Rises o Batman Forever ridiculizarían el entorno oscuro Batman pero en esta historia, encaja a la perfección con la narrativa y que es clave en el suspenso que se crea cuando el Joker llega al programa de televisión con Murray Franklin.
Ahora, otra escena que muchos han interpretado a su modo (e incluso ignorado) es cuando Fleck baila en un baño público después de asesinar a tres hombres en el metro.
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Fleck parece retomar el control con pasos firmes y seguros, su postura ultra recta y movimientos de brazos hace que parezca que está ejecutando una pieza de ballet. La escena fue improvisada por Phoenix, quien con la música de Hildur Guðnadóttir, compositor de la cinta, comenzó a bailar. A medida que Arthur desaparece y el Joker toma las riendas, la coreografía se va volviendo más oscura. Es una forma de denotar su transformación y lo mucho que la disfruta.
Los pasos podrían estar inspirados en la milenaria danza Butoh, danza japonesa de la posguerra que a través de movimientos lentos habla de las energías negativas que los seres humanos cargamos y que escondemos tras una máscara.
La cinta es cruda y está llena de alucinaciones que nos llevan a cuestionarnos qué es real y qué es invento de la mente delirante de Arthur Fleck. Sin duda, hay mucho que interpretar y qué analizar sobre la crudeza de la humanidad que plantea la historia.