Por Carolina Palma F.
«No soy feminista ni machista». Muchas hemos escuchado esa frase de una amiga, conocida o pariente. Es que de verdad existe un poco de confusión con respecto al tema, y lo relacionamos con mujeres que no quieren a los hombres, que pretenden ser superiores o que no aceptan en ningún caso que él pague la cuenta o abra la puerta del auto. Nada más lejos de la realidad.
No es nuestro afán dar una cátedra ni filosofar profundamente sobre el feminismo, pero sí –con la ayuda de dos destacadas feministas– darnos cuenta que nuestra generación cuenta con derechos por los cuales otras mujeres pelearon, valorarlo como tal y seguir con una lucha personal si no podemos formar parte de una agrupación. Todo, sin miedo ni angustias; al contrario, llenas de entusiasmo y positivismo.
La esencia del feminismo
Recordemos que el feminismo no surgió de un grupo de locas zafadas, como bromean algunos, sino más bien de mujeres muy educadas, de elite, que se dieron cuenta de la realidad injusta en la que vivían. Así comenzaron primero a reclamar su derecho a estudiar, trabajar, votar en las elecciones, respetar el propio cuerpo para no ser víctima de violencia, y escoger cuándo y cómo ser madres.
«El feminismo es un pensamiento de igualdad; nace como un diagnóstico a la subordinación en la que están las mujeres. El objetivo es que todos los seres humanos, independiente del sexo, tengan los mismos derechos, oportunidades y libertades», explica la socióloga de Corporación Humanas, Mariela Infante.
En el fondo, se cuestiona la jerarquía sexual que existe, muchas veces invisible porque somos educadas en una cultura machista, en un sistema patriarcal, entonces las diferencias las vemos como naturales. Y nos entrega como ejemplo una frase de una feminista e intelectual, Simone De Beauvoir, «la mujer no nace, se hace». Lo que quiere decir es que el sistema social y cultural nos asigna lugares y atributos específicos.
«A las mujeres se les atribuye características que tienen que ver con el cuidado de otras personas, tareas domésticas, la empatía, emocionalidad; y a ellos la racionalidad, competitividad, las tareas relacionadas con lo público. El feminismo dice que esas divisiones son arbitrarias, no responden a la naturaleza», afirma Infante, y manifiesta que no somos valoradas de la misma manera; lo femenino tiende a ser subvalorado, como el trabajo en casa, muy importante y jamás remunerado.
Logros, obstáculos, deudas…
La socióloga Mariela Infante considera importante que conozcamos ciertos hitos dentro de nuestra historia. No para aprenderlo de memoria como en una clase de historia, sino para darnos cuenta dónde estamos paradas.
1. «En 1870, unas mujeres de San Felipe se reunieron para ir a votar al registro electoral sin tener el derecho. Esto porque ellas revisaron la ley y en ninguna parte decía que no podían, lo que detonó que se cambiara la ley», cuenta, como una forma de decir que nadie nos «concedió» el derecho a votar, sino que más bien existió una lucha organizada.
2. Pasados los años 20 del siglo pasado se crea el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (Mench), que ayudó a consiguiéramos nuestro derecho a voto y reconoció las condiciones de las trabajadoras, las obreras y de las esposas de los mineros. Entonces aparece como un reclamo porque, al igual que ahora, ganaban mucho menos que los hombres, y la maternidad no estaba protegida.
3. En el área reproductiva también hemos avanzado gracias a la píldora anticonceptiva, pero con retrocesos, porque a fines de los 80 se derogó el aborto terapéutico y actualmente no se puede discutir. En el fondo, los políticos estarían decidiendo por nosotras. «La marcha que se hizo el 2008 fue multitudinaria para pedir la pastilla del día después para todas, y también fue un punto de inflexión relevante», analiza la experta.
4. Otro hecho histórico digno de rescatar es la participación de los grupos feministas durante la dictadura, porque fueron clave en el retorno a la democracia, desde las que realizaban ollas comunes en las poblaciones hasta las fuerzas ciudadanas. «Las organizaciones de ese tiempo eran compuestas mayoritariamente por mujeres, y se debe destacar su papel político», cree Mariela.
5. La llegada de mujeres a puestos de poder es esencial. Así la primera que entró a la Universidad, la primer médico, abogada, ingeniera, etcétera, marcaron un hito. «Michelle Bachelet también marcó un hito, porque vimos a niñas saliendo a la calle con la banda presidencial puesta, un símbolo de que todas podemos llegar a estos espacios». Aunque lamentablemente aún existen sólo un 30% de mujeres en los ministerios, y se necesita concretar leyes, garantías que incentiven un espacio permanente de nosotras en el poder.
6. Ahora sabemos que podemos vivir una sexualidad no basada en la reproducción, lo que también es un triunfo del feminismo, pero falta mucho aún. «Creo que en Chile, en lo reproductivo, estamos mal con respecto a otros países. Tenemos altas tasas de embarazo adolescente, y se relaciona con que no existen planes serios de educación sexual en los colegios ni un real acceso a métodos de prevención del embarazo», comenta la socióloga de Corporación Humanas.
Y ni hablar del acceso a la píldora del día después en caso de emergencia. Se sabe que a las clases más desposeídas le ponen muchos obstáculos; en cambio, las que pueden acceder a salud privada, piden la receta y la compran sin problema. «Hay una paradoja. Las mujeres viven de manera más libre su sexualidad, pero vivimos con un montón de restricciones que impiden que sea efectivo».
7. Aunque somos una revista femenina, no podemos dejar de tocar un área que «atacaría» a las mujeres: la publicidad. Esto porque según las feministas, la mayor parte de los medios de comunicación muestra solamente un tipo de mujer con un cuerpo perfecto y bello rostro, con una función decorativa, sin opinión política ni social. «Eso el feminismo lo denomina violencia simbólica, que tiene que ver con la violencia física y sexual que viven diariamente. O bien muestran a dueñas de casa cuya máxima realización es que esté todo limpio. Realmente es un tipo de violencia, un desprecio, no considera a la diversidad de mujeres. Claro que algunas trabajan con su belleza, como las modelos, pero existen miles de otros roles que deben ser expuestos», pide.
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