En un medio donde a diario se censuran opiniones disidentes - y más, revestido de glamour- Gabriela Tafur precisamente impacta en redes por ser tan fuerte en cuestiones políticas, sociales y de género. Abogada, modelo e influencer (y esto es increíble que se diga esto en pleno siglo XXI), es un fenómeno que en Colombia aún una mujer con belleza normativa demuestre su inteligencia, pero ella lo hace sin temores y más en un país que también responde de formas violentas y misóginas hacia las opiniones femeninas, vengan de dónde vengan.
Tafur habló con PUBLIMETRO sobre su posicionamiento y sus pensamientos desde su plataforma.
¿Cómo te mantienes tan fuerte en un medio donde dar tu posición política es bastante arriesgado?
Yo siempre he sido rebelde, y he estado muy pendiente de lo que pasa en el país; nunca me ha dado miedo tener opiniones. Cuando fui reina, este fue un tema que tuve que aprender a manejar, porque siendo una, hay que asumir una posición muy diplomática con lo que se dice.
Pero hay temas que me apasionan como las mujeres y la comunidad LGBTI, y ahora siendo una figura pública soy consciente del alcance que tienen mis palabras y mis opiniones vienen con una responsabilidad mayor. Esto, más allá de hacer plata y campañas publicitarias.
A muchas de las personas en el medio se les critica por no salir de su burbuja y desinformar desde esta posición, ¿cómo sales de esa zona y ver más allá de tú propia realidad?
He sido muy consciente socialmente hablando. Estudié en un colegio muy privilegiado, y uno de mis proyectos cuando era adolescente fue entrevistar a todos los que trabajaban en la institución, para saber cómo se sentían con respecto al trato que reciben de los estudiantes, profesores y padres de familia, y les gustó mucho.
He sido una persona muy privilegiada y en la universidad tuve un choque de contextos muy fuerte, con personas que iban becadas, y recuerdo una de las clases donde yo hice una intervención y un estudiante dijo: “yo no pienso igual que Gabriela porque nuestros contextos son muy diferentes”.
Así, expandí mi forma de pensar hasta lo que soy hoy, pero cuando uno es privilegiado le cuesta asumir otras posiciones y ponerse en los zapatos de los demás, y en un país tan desigual como Colombia es muy injusto no salir de esa burbuja de privilegios.
Mujeres como tú, o Margarita Rosa de Francisco, son constantes blancos de ataques misóginos en redes sociales como Twitter, ¿cómo lidias con esto?
Es cuestión de aprender que cada vez que uno asuma una posición, alguien tomará el partido contrario. Es el entender que en redes uno siempre está expuesto a esta clase de ataques al participar en debates políticos y nacionales. En lo qué si no estoy de acuerdo, es con que usen mi título de Reina de belleza para desacreditar mis opiniones, y creo que es lo que pasó con Margarita Rosa.
“Ah, ella es reina, dedíquese a ser bonita”, dicen, como si fuera un pecado y que estuviera mal el ser ‘bonito’ e inteligente a la vez, porque la belleza es algo completamente subjetivo.
Ser mujer en Colombia siendo una reina de belleza o no, es muy difícil, serás violentada y fiscalizada ya sea simbólica, o físicamente. ¿Cómo ves al género femenino en el país actualmente?
En definitiva, nos falta mucho camino por recorrer, pero existen mujeres valientes que han sacado la cara por el género y que diariamente están en la lucha por tener un escenario más igualitario. Creo qué siempre nos va a tocar hacia arriba, pero el futuro es optimista y afortunadamente las cosas ya no son igual que hace 50 años.
Es cuestión de avance. A medida que las mujeres incomodemos más, se nos abrirán más oportunidades.
¿Cómo ves los colectivos y las luchas feministas en Colombia?
Están haciendo un trabajo importantísimo. Hay una discusión sobre los derechos de las mujeres cisgénero y las mujeres transgénero eran incompatibles, y es una conversación que se debe dar. Pero a media que nos sigamos uniendo y sacando la cara por el género. Las expectativas de vida de una mujer trans no superan los 36 años. Es horrible. Esas discusiones de que las mujeres trans son en efecto, mujeres o no, están mandadas a recoger.
Las mujeres trans son mujeres, y deben tener los mismos derechos que las mujeres cisgenero y que los propios hombres, en todos los sentidos, para poder ser una sociedad más igualitaria.
Nunca debemos cuestionar el hecho de que una mujer trans, es mujer o no, porque eso solo las perjudican más y las revictimiza.
¿Cómo reevalúas el culto a la belleza normativa desde tu perspectiva?
Cada vez debemos dejar de elevar la belleza a un concepto supremo. Hay mucho trabajo por hacer, y Colombia debe seguir el ejemplo de otros países desarrollados, y poco a poco se irá derrumbando ese culto. Desde mi posición como ex reina, debo empezar a abrir el debate para que se empiece a cuestionar si en Colombia debe primar o no la subjetividad de la belleza.
Ahora existen muchos términos como ‘empoderamiento’ o ‘amor propio’ que incluso se usan para vender, ¿cómo ves esos términos desde tu experiencia?
Es un arma de doble filo y yo personalmente estoy en desacuerdo con la positividad tóxica y con eso de andar diciendo ‘amate’, ‘quiérete’, ‘mírate al espejo y sonríe’. Eso no es así, a veces uno se mira al espejo y se dice ‘me detesto’, y esas personas qué dicen ‘yo me empecé a amar’… no es tan fácil.
Además, es perjudicial para las niñas que se ven al espejo y dicen ‘¿cómo ella sí se puede amar, pero yo no?’. Hay que ser muy responsable con el lenguaje y empezar a cuestionarse esos términos porque la realidad es que para llegar a eso hay que recorrer un camino muy grande, de autoconocimiento y amor propio que no todos lo logran. Son importantes esas conversaciones, pero desde opiniones profesionales.