Lleva casi medio año como animadora oficial y, aunque reconoce que implica un gran esfuerzo, agradece el espacio y le gustaría continuar por mucho tiempo. Pese a que diariamente se rodea de luces, aún guarda esa esencia de quienes se criaron gran parte de su niñez en el campo: “De las cosas que me hacen feliz en la vida es estar cerca de la naturaleza y los animales. Amo la playa y el campo, me tranquilizan”, dice.
Su otro cable a tierra son sus tiernas hijas Violeta (5), Jacinta (3) y Luisa (1 año y medio), a quienes lleva a todas partes, y su marido, Ignacio Rivadeneira, al que siempre describe con adjetivos positivos. ¡Afortunada!
¿Crees que el formato matinal saca lo mejor de ti?
Hace que sea mejor profesional. El programa hace que pase por diferentes facetas, entonces me obliga a exigirme. Sí siento que he crecido mucho con el matinal, y no sé si existe un formato donde se avance más profesionalmente. Uno tiene que estar súper a caballo en la actualidad.
Te desafía constantemente.
Exacto, me siento exigida, pero es súper entretenido. Además, en cinco horas y media de programa hay que hacer la actualidad amena, hay que pasar por momentos lúdicos, alegres, saber estar en el tono, y cambiar los tonos. Es muy desafiante.
¿Cuál es tu debilidad?
Quizás que me cuestan las transiciones entre las secciones, porque se me dificultan los cambios anímicos. A veces uno queda sobregirado con un tema, después quedas triste con otro, entonces me cuesta cambiar rápido, porque siento mucho las cosas. Hay un montón de habilidades que puliría, pero ahora estoy enfocada en no quedarme pegada en alguna emoción que sentí en algún momento en el programa. No es fácil. Imagínate que hablas de Ámbar…, es difícil no quedar conmovida el programa entero.
¿Te afectan, personal y profesionalmente, los cambios de panelistas? ¿Te adecuas rápido?
Siempre me he definido como una persona adaptable, flexible, y ahora estoy muy feliz con el equipo. Hubo quizás un momento en que me costó más trabajar, pero ahora lo estoy pasando bien. Sé que se dice siempre, pero lo digo de corazón: hemos logrado tener un equipo profesional y humano bien potente.
¿Te visualizas como animadora del matinal por años? ¿O prefieres llegar a otro formato?
Me gusta el formato de matinal, me acomoda un montón. Uno no se desconecta eso sí, porque nosotros somos un matinal bien informativo y sigo arriba de la pelota todo el día, leyendo qué pasa en el último minuto. Uno le da la vuelta a las noticias, entonces es un formato que te obliga a estar enterada de todos los temas.
¿Cuándo te desconectas?
Me cuesta mucho. Claro, cuando estoy con mis niñitas es su momento y no agarro el celular, vamos a andar en bicicleta, les leo cuentos. Después en la noche vuelvo a revisar las noticias, pienso en los temas y analizo qué podría aportar distinto.
Te sientes cómoda, y se nota, cuando cuentas historias personales, como un acoso que sufriste por parte de un profesor en el colegio. ¿Lo conversaste con tu familia después, o con tu mamá?
Es verdad. Cinco horas y media al aire, paso más horas acá que con la familia. Y se genera un tipo de confianza, vas conversando como si estuvieras con una amiga, y pasan cosas como esa. Mi mamá no estaba cuando conté sobre eso, entonces no lo ha visto y no lo he comentado… No he tenido ganas de hablarlo tampoco. Con mi marido lo conversé y me preguntó por qué no le había dicho, pero es que me nació ahora, no le di importancia, quizás.
¿Piensas mucho antes de opinar sobre temas polémicos? Porque en las redes te matan si no estás de acuerdo con la mayoría…
No pienso mucho mis opiniones, porque es difícil cuando estás tantas horas al aire. No puedes preparar algo que va sucediendo espontáneamente. Puedo tener ciertas ideas de lo que quiero decir, pero a veces las ideas van fluyendo hacia otro lado.
A veces uno tiene un punto de vista, pero lo esconde por miedo a las críticas. ¿Te ha pasado?
Soy consciente de que ahora te linchan si uno tiene frases desafortunadas. En mi caso, no tengo un pensamiento extremo en ningún área. Siento que las cosas tienen muchos matices, nada es blanco o negro; no creo que yo tenga la verdad. Quizás le pasa más seguido a gente que quiere imponer su verdad. A mí me gusta escuchar los distintos puntos de vista.
¿Eres de carácter fuerte?
Tengo buen carácter, no ando enojada por vida. Cuesta mucho que alguien me enoje, me tienes que seguir demasiado para que me ponga mal genio, pero tengo carácter. Digo que no a las cosas que no me parecen, doy mi punto de vista.
¿Cuándo te pones rabiosa?
Tengo un lado campesino, como criada de campo. Soy choriza en ese sentido. Si alguien me dice algo en la calle, le respondo; si alguien me grita desde otro auto, le respondo. No me quedo callada. Soy picada en ese sentido (ríe). Cuando me asaltaron (le querían robar el celular mientras iba en su auto), me dio mucha rabia y lo mordí. Abrí la puerta para salir detrás de él, pero me contuve porque estaba embarazada. Sí, tengo un lado de mi personalidad más “masculino”, aunque no sé si es la palabra. Defiendo a la gente, soy protectora. Me puedo ver flaca, pero siempre fui fortacha y con harta personalidad para esas cosas.
Cambiemos de tema. Te preocupas más de la ropa este último tiempo. ¿Te rendiste a la moda?
La misma Leyla, que es del canal, me ayuda a comprar ropa. A veces trabajo con otra gente que me ayudan también. Para mí hay un antes y un después en el pino que le puse desde diciembre.
¿Por qué?
Si te acuerdas, por mucho tiempo fui un eterno remplazo y no me sentía oficialmente “la animadora del matinal”. En diciembre Pablo (Manríquez, director del programa) me dijo que quería que trabajáramos al menos dos años juntos, y que era oficialmente la animadora. En ese momento sentí que era otra la responsabilidad, y sentí el peso. Si ya era oficialmente la animadora, tenía que estar a la altura. No es que antes no tomara el peso, pero es mucha pega preocuparse de la ropa.
¿Te apasiona la moda?
A todas las mujeres nos gusta la ropa, pero a mí no particularmente. Viajaba y no me compraba ropa, sino que algo para mi casa. Todo lo que es trabajo deja de ser un hobbie al final. Ahora viajo y me traigo ropa. Soy matea, entonces si soy la animadora tengo que estar a la altura en este sentido. En los otros matinales está Tonka que se viste increíble, la Carola que era una súper modelo. No seré modelo, pero hay que estar a la altura (ríe).
¿Te gustan los programas de moda?
Me gustan. La televisión, como la vida, tiene que tener de todo. Nunca me han molestado las críticas, porque te hacen crecer. No me molesta ni que me critiquen por redes sociales. Sí molesta si alguien te insulta o te dice cosas peyorativas que no aportan.
Te han dado buenas críticas a tus últimos looks.
¡Vamos! (ríe). Es que me preocupo e invierto.
Antes de tener guagua decías que te gustaba vivir en lo incierto. ¿Cambiaste de idea con tres niñas?
Perdería mi esencia si cambiara de opinión. Aunque hay momentos profesionales que he estado más decepcionada, nunca me he amargado, porque todos los cambios nos dan la oportunidad para algo. Uno tiene que saber tomarlo de la mejor manera. Qué fome tener todo estructurado, que todo esté calculado. La vida también te tiene que sorprender.
Según tus palabras, eres muy afortunada, con tres niñas exquisitas y un marido inteligente. ¿En algún momento tienes miedo frente a tanta perfección?
Mmm…, no. Soy súper consciente de lo afortunada que soy. A esta pega le da mucho sentido el poder retribuir. En general trato de decir a todo que sí cuando me piden ayuda. Hago harto evento a beneficio, estoy donde pueda colaborar y trato de ser consciente del lugar privilegiado en que estoy. No lo miro con frivolidad, y por eso me esfuerzo el triple. Cuando me ratificaron como animadora del matinal siempre le tomé el peso a estar más de 5 horas expuesta. No por mí, sino que lo veo como la oportunidad de entregar un mensaje o decir algo que le pueda aportar a la gente. Por lo mismo, estudio más, trato de tomar todas las miradas, soy muy responsable, le tomo el peso a la televisión pública. Quizás si fuera menos trabajadora o le pusiera menos empeño sería distinto.
Es importante saber que te lo mereces…
Siento que me he ganado este lugar con mucho esfuerzo. Me he machacado por estar donde estoy. Si bien es un lugar bien privilegiado, me saco la mugre trabajando para estar a la altura y aportar. Nunca podría estar en un trabajo si no siento que aporto. No ando asustada por la vida porque me pueda pasar algo malo, porque soy súper consciente. Si me preguntas cuál es la virtud que quiero entregarle a mis niñitas, es que sean empáticas. La mejor manera de que los hijos aprendan es con el ejemplo. No puedes ser perfecta, obviamente, cometo errores el día entero. Pero sí tengo buena intención en lo que hago.
¿Te gustaría dedicarte a la política en algún momento?
¡Ay! Es que la encuentro tan ingrata. Me gusta la política, me gustó trabajar como periodista política, leo mucho de política, crecí en dos familias súper políticas, y mi marido también. Soy bien patriota, pero no sé si esté preparada para la política. Además, el costo familiar es súper alto.
¡Y tú que quieres tener 6 hijos!
Parece que ya no (ríe). Me siento más cansada. Trabajar en el matinal y tener tres niñitas tan chicas es súper demandante.
¿Uno más?
Sí, pero no creo que llegue a 6 (ríe). Quizás uno más. Mi marido se muere de ganas de tener un niñito. En dos años más, quizás.
Como católica, ¿en algún momento se duda de la religión?
No. Y no vengo de una familia católica; de hecho, soy lejos la más católica de mi familia. Primero estuve en un colegio británico, laico. Mi mamá tiene la teoría que como yo abracé al Papa cuando vino a Chile (el 85), me dejó marcada. Tenía 7 años, y de verdad me dejó muy marcada. Me acuerdo de cada segundo de ese momento. Desde ahí tuve mucha fe, aunque iba a un colegio que no era católico; después me cambiaron a un colegio católico. ¿Sabes qué? Desde chica ser católica me sostuvo mucho. Después viví un proceso de alejamiento sin perder nunca la fe.
Y luego volviste…
Ahora voy a misa todos los domingos, y me sirve muchísimo. Me duele y soy crítica de lo que pasa con la Iglesia Católica en nuestro país, y tengo la esperanza que cambie y sea para mejor. Tengo expectativas de lo que decidirá el Papa ahora. Tengo harta fe y me ha servido mucho en la vida.
¿Tus hijas van a colegio católico?
Sí, porque los dos, con mi marido, sentimos que es contenedor tener fe. Todos buscan ser mejor persona, sea cual sea la religión que sigan. Ser religiosa o espiritual siempre te ayuda. Me gustaría mucho que mis niñitas tuvieran esa fe.
¿En qué momentos sentiste su ayuda?
En muchos; cuando mis papás se separaron y yo era chica, cuando me separé, cuando se murió mi papá… Muchos momentos de mi vida, desde los más dolorosos hasta otros como en el trabajo. Salgo a animar un festival y voy con mi denario “vamos, ayúdame”. Tengo mucha fe. Y te aterriza mucho cuando trabajas en televisión.
¿En qué sentido?
¡Las cosas que estoy contando! Nunca lo he dicho, pero rezo un montón por no creerme el cuento, que no me vengan egos raros, que esté aquí por un sentido, no por mí… (se emociona). De verdad me importa la gente, y trato profundamente de hacer las cosas bien, de representarlos. A veces uno piensa que en la tele todo es frivolidad, pero trato de ser la mejor persona posible.