Por: Luz Lancheros @LuxandLan
En Colombia el respeto a las mujeres brilla por su ausencia y de paso la lógica y la coherencia: en los días en que muchos se “horrorizaron” por las historias de acoso con el hashtag #MeToo y por lo que ha hecho Harvey Weinstein, ahora apedrean a la actriz porno Amaranta Hank porque se negó a acostarse con un tipo cuya visión de las mujeres es idéntica a la que usan los que ahora le hacen memes y la denigran. Claro, porque decir no “es una excusa débil”.
Entiendan: podemos decir NO porque queremos. Porque nuestro cuerpo es nuestro. Y el de Amaranta es SUYO. Ella tiene la libertad de elegir con quién acostarse, por mucho que hiera su doble estándar. Ese en el que adoran todo lo sexual, pero donde también te tratan de “puta” (y otros adjetivos predecibles) si dices que no o si decides tomar tu el control de tu cuerpo y sexualidad.
Es la misma reacción patética del dude al que mandan a la friendzone o el tipo que es rechazado en Tinder: como no quisiste conmigo o con el tipo aquel, entonces ya eres una zorra despreciable “que merece ser apedreada”, porque tu cuerpo debe ser mío y ODIO que me digas que no porque puedes pasar de mí fácilmente y manejes tu cuerpo como quieras. Qué débil ego, qué débiles argumentos, qué débil todo . Incluso que le enrrostren a Amaranta que ella haya tenido una concepción misógina sobre el cuerpo y las mujeres en el pasado (sí, sus tuits de 2013), de los que ya habló en público. Dudes, uno también tiene derecho a cambiar de opinión. Evolucionar es parte de la naturaleza humana, así a algunos les cueste toda una vida o cincuenta, como se ve en los comentarios y hashtags denigrantes de Twitter.
¿Han visto una cuenta que se llama “Bye Felipe”? Fue creada por una mujer rándom que estaba harta de todos los pendejos que la ofendían por decirles que no. Y así de tarados se ven, escribiendo las mismas barrabasadas de troglodita de siempre, mostrando sus carencias potenciadas, esas donde la mujer debe ser sumisa, complaciente, “bien hablada”, como una muñeca inflable japonesa. Y creo que si esta tuviera vida se haría sepukku al ver su estupidez: increíble que en pleno siglo XXI una mujer deba seguir siendo una muñequita de porcelana para su complacencia, cuando desde hace rato ella tiene voz propia y se rebela contra años de estándares que son un despropósito. Y eso es lo que más les duele, porque así son de predecibles.