Existe una tendencia muy arraigada en la sociedad por señalar y juzgar a aquellas mujeres que no están casadas o no tienen una pareja estable. Sin embargo, las reglas del juego están cambiando y cada vez son más las mujeres que optan por la soltería.
Los seres humanos somos sociales por naturaleza y la compañía nos da la sensación de protección y bienestar. El temor a quedarnos solos por el resto de la vida, nos lleva a una búsqueda casi desesperada por encontrar con quién estar.
Por siglos, las mujeres hemos sido condicionadas a una serie de valores y un contexto sociocultural que nos exige atarnos a un hombre para poder ‘sobrevivir’. Sin embargo, los mismos movimientos sociales nos han llevado a desafiar estas normas y a romper con aquellos estereotipos sobre nuestros roles de vida que nos colocaban solo madres y esposas.
Para ahondar en el tema de la situación de mujer y la soltería en la sociedad, conversamos con Cinthia Cruz del Castillo, académica de psicología de la Universidad Iberoamericana
“No se trata de que esté desapareciendo por completo la idea de tener pareja o de que la soltería sea una tendencia, sino que las mujeres se están casando más tarde o ya no ven el matrimonio como una prioridad. La mujer ahora tiene más opciones de encontrar bienestar fuera de una pareja”.
En la actualidad, muchas mujeres jóvenes prefieren concentrarse en su carrera profesional, viajar o cuidar tu cuerpo. Otras están en una búsqueda espiritual para descubrir quiénes son o potencializar su talento personal. Esto no significa que no establezcan relaciones de pareja, lo hacen, pero en sus prioridades todavía no está un compromiso matrimonial.
Muchas se cuestionan la prisa y la necesidad de encontrar estabilidad en una pareja y es difícil que crean en la idea del “príncipe azul” que por muchos años nos vendieron los cuentos y películas de Disney.
“Antiguamente se consideraba que al casarse la mujer tenía asegurado su futuro. Por tanto, la principal mortificación de este sector era encontrar al hombre que le daría un equilibrio económico y estatus. Sin embargo, en el momento que las mujeres comienzan a poder cubrir esas necesidades de manera individual, se cuestionan si es realmente urgente tener una pareja”, explica Cruz del Castillo.
¿Cómo lo toma la sociedad?
Este hecho ha representado un cambio drástico en cuanto a la tradición sociocultural. De acuerdo con la especialista, “el creciente número de solteras puede llegar a tener grandes implicaciones a nivel social y político pues indudablemente, se han convertido en una poderosa fuerza social a la que muchos no han terminado de acostumbrarse”.
Y mientras que la idea del soltero sigue atribuyéndose a un hombre elegante, seductor, amante de la buena vida y codiciado, la mujer soltera sigue bajo la primitiva idea de ser una “solterona” o “quedada”. “Por ello, es importante entender que el término de ‘soltera’ y ‘soltería’, no necesariamente implica que no tengas pareja”. En palabras de la experta, se trata de un término que evoca una ideología y una serie de acciones que conllevan a la independencia de la mujer. No es lo mismo vivir sola, que estar sola o sentirse sola.
Y mientras que unas se resisten a la idea de permanecer solas, otras lo ven como una opción de vida. “El aplazar el matrimonio también va de la mano de los anticonceptivos y de la posibilidad que tienen de decidir ser madres o no. La mujer ya no tiene que quedarse en casa cuidando a los hijos, pues ya tienen la posibilidad de desarrollarse profesionalmente y tomar el control sobre su vida”, subraya la especialista.
Para muchos, esto podría representar una forma de evasión, pero va mucho más allá de eso. Se trata de encontrar otra manera de vivir y el poder de decidir sobre lo que se quiere hacer en la vida.
“Antes las mujeres no se cuestionaban si debían casarse o tener hijos, era lo que les tocaba hacer y punto. Hoy existe la posibilidad de elegir. Esto no pretende generalizar, habrá quien aún crea en el matrimonio y la vida familiar tradicional”, puntualiza Cruz Castillo
Esto nos lleva al reto que tenemos como sociedad, de buscar un equilibrio que conlleve a un bienestar social donde se respete las decisiones de cada mujer, lejos de esperar a que únicamente cumplan un deber ser.