Llevas un tiempo trabajando en el mismo lugar. En un principio, te sentías feliz y conforme con lo que estabas haciendo, pero poco a poco esas ganas se empezaron a apagar y cada día estás más agotada física y mentalmente.
Cualquier persona que empieza a trabajar con horario fijo puede compartir esa sensación; al principio puede ser abrumador y cuesta acostumbrarse a la jornada laboral, pero con el tiempo, el cuerpo se adapta y ya no te sientes así.
El problema surge cuando, a pesar de que ya pasaste esa etapa de acostumbramiento, no te recuperas, te sientes abrumada e infeliz con lo que haces; lo único que quieres es estar en tu cama, durmiendo.
Descartando otro tipo de problemas, el estrés laboral puede ser devastador. A veces, aunque nos cueste, tenemos que asumir que nuestro trabajo nos tiene mal.
Demasiadas exigencias, responsabilidades y problemas que nos afectan a nivel emocional. Hay signos que pueden revelar que eres infeliz en tu trabajo o que no te llena como te gustaría que lo hiciera.
Como decíamos antes, el cansancio extremo puede ser una señal. Hay periodos en que estamos más ocupadas y podemos dormir menos, pero eso no tiene porqué ser permanente.
El insomnio y los problemas para dormir pueden revelar esa preocupación constante que tienes por tu situación laboral. Si sientes que siempre estás a punto de colapsar o explotar, y además no eres capaz de recuperar energías en la noche, puede que sea bueno que revises qué sientes en relación a tu trabajo.
Si tus amigos o familiares te comentan muy seguido que lo único que haces es quejarte del trabajo, puede que tengan razón y tú no lo notes porque estás ensimismada en ese problema.
Los malos hábitos, o incluso, retomar antiguos vicios que ya habías superado, también puede ser una señal de estrés o insatisfacción laboral. No tomes a la ligera estas cosas y preocúpate de tu bienestar, aunque eso implique ganar menos dinero.
