El carisma es como “ese no sé qué” que tienen algunas personas. Es como una especie de magnetismo o atractivo que te llama a prestar atención a lo que dicen o hacen.
Hay personas carismáticas que no siempre han sido así. Hay situaciones determinadas o circunstancias que a veces hacen que la gente se replantee su forma de actuar, y al darse cuenta de aquello, desarrollan una personalidad carismática que a los ojos de los demás, es muy natural.
Una de las características que, por lo general, viene de la mano con el carisma, es la confianza en sí mismo. Alguien que parece seguro de lo que es, va a transmitir espontaneidad y comodidad, cualidades que se asocian también con personas carismáticas o “encantadoras”.
El sitio Psychology Today plantea que hay técnicas para que las personas desarrollen su carisma, como por ejemplo, contar de historias o anécdotas. Al hablar de situaciones personales, sobre todo de aquellas que han sido difíciles, mostramos fortaleza, y por ende, determinación.
El sentido de la moral y la ética también se relacionan con el carisma. Una persona que manifiesta abiertamente su odio por algo o alguien arbitrariamente, va a provocar que las otras personas se sientan desagradadas.
Las mujeres carismáticas no hablan mal de los demás, porque tienen cosas más interesantes que contar. Se muestran confiadas y juegan con las palabras; el uso de las preguntas retóricas es un arte para ellas.
Los gestos también son muy importantes. Una persona que tiene mala postura, que habla con desgano y que mira en menos a los demás, jamás será considerada como carismática. Los gestos enérgicos y positivos generan reacciones positivas.