Sin importar si eres adicto o no la tecnología, el celular es parte de la vida diaria de los chilenos. Y según un estudio que se hizo en base a la Encuesta Bicentenario -que fue analizada por ciertos medios de comunicación-, el chileno tiene al menos dos equipos móviles en su bolsillo.
¿Dos celulares por persona y nos quejamos de que el pan sube? ¡Para que vean en la sociedad aspiracional que vivimos!
Pero en ese charco de tecnología innecesaria, los celulares además de transformarnos en seres “localizables”, también nos han vuelto ermitaños y adictos a contestarlos cuando suenan, transformándolos en un elemento imprescindible en nuestras vidas. ¿Pero qué pasa cuando ni para estar con tu pareja lo apagas? ¿Qué pasaría si mientras estás en la cama con tu novi@ alguien te manda un mail o te llama por teléfono?
Mi teoría es la siguiente: si no eres capaz de poner en silencio a tu equipo en una reunión importante, ¿te acordarás de activar esa modalidad cuando estés con ganas de bajarte los pantalones? ¿Verdad que no? Claro, distinto sería que programaras una salida con esa persona especial y busques la máxima intimidad. Pero en la vida de algunos rebeldes o personas aceleradas ese ejemplo pocas veces se da.
¿Y qué será de los pobres empresarios u alguien responsable de un alta cargo que dependa de estar disponible siempre? (imagínese a quién puedo estar tomando de ejemplo), ¿será capaz de ignorar una llamada telefónica? Es ahí cuando el celular pasa a ser llamado por las noches el “mata pasiones”.
¿Solución? Estimados, yo sé que es imposible ignorar el ruido de los celulares, no por nada somos una sociedad hiperconectada, pero si no quiere que el celular se transforme en el enemigo de su relación, apague su celular y si no puede, es simple, aplique el famoso “silencio”, disfrute de su pareja y deje la mala costumbre de abrazar con una mano y con la otra sostener un celular.
Y ustedes, ¿sienten que el celular es su enemigo?