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Bon Jovi de siempre

Una fanática que relata su experiencia en el concierto que trajo a este músico a Chile.

17 años después, cualquier presentación de Bon Jovi iba ser distinta y espectacular. Porque mi memoria sólo conserva momentos eufóricos de las dos veces anteriores donde me pareció que en cualquier minuto me desmayaba de emoción al escuchar en vivo al hombre de mis sueños.

Porque no oculto a la fanática devota de John (y Bon Jovi por añadidura) que hay en mí. Crecí escuchando sus canciones, las letras están atadas a momentos místicos de mi adolescencia que quedarán plasmados por siempre. Y había esperado la mitad de mi vida para volver a verlo. Y ahí estaba, más guapo que nunca, con su sonrisa de niño malo y sus ojos maravillosos. El instante después se siente el poder de la banda. Los acordes de Blood on Blood son provocadores y el público empieza a disfrutar de lo que serían las 2 horas y media más eufóricas en mucho tiempo.

Esa canción no fue elegida al azar, tiene que ver con su último disco Great hits y su afán por satisfacer a una audiencia que por tano tiempo lo esperó incondicionalmente. Porque soy una devota absoluta, le perdoné los discos posteriores a Keep the Faith esperando su que en cualquier minuto terminara esa búsqueda de estilo y regresaba a ser el Bon Jovi de siempre. Y regresó.

Me di cuenta que no era la única que quería al clásico Bon Jovi, porque a pesar que en el público se veían personas de todas las edades, casi nadie cantaba ni se movía con las canciones posteriores a Have a nice day. En cambio, cualquiera de Slippery when wet o New jersey provocaban gritos, saltos y coros a todo pulmón. Y él se maneja, sonríe a la cámara, baila, da sus saltos y juega con las manos absolutamente dueño de nuestras voluntades. Su voz intacta se escucha como la última vez, ni una pifia, todo lo contrario, cada vez mejor. L banda va mejorando en cada una de las canciones que nos lleva y trae del Bon Jovi de siempre al posterior al 2000.

Porque los que fuimos el viernes, fuimos a ver a Bon Jovi de siempre, como si el tiempo se hubiera detenido no sólo en su cuerpo sino en la relación entre ambos. Como esos amores perpetuos que sin importar cuánto tiempo haya pasado, lo amantes se reencuentran como si se hubieran visto el día anterior. Por dos horas y media volví a tener 17 años: grité como loca, canté y bailé todo el tiempo (incluso Runaway que junto a mi amiga parecíamos las únicas que la conocíamos). Y por dos horas y media, él fue el Bon Jovi de siempre, encantador y cantando las canciones que tenía que cantar.

El pelambre

Una bien puede ser fanática, pero no ciega ni sorda. Hubo algunas cosas que no puedo dejar de mencionar que en mi humilde opinión de asistente en galería le restaron perfección a una noche inolvidable:

  1. El sonido no fue de lujo (eso que tengo oído de tarro). Lucybell se perdió entre sonido pésimo y volumen deplorable. Bon Jovi sonó bastante mejor pero no me dejó satisfecha.
  2. Todos los años que no se le notan a John los tiene Richie!
  3. Debió cerrar con Never say goodbye, hubiera sido de antología.
  4. Pucha que son lindas las nuevas butacas e instalaciones el Estadio Nacional. Hay que cuidarlas.
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