Lo anterior nos llevó claramente a hablar de eso, de palabras que hay en uno u otro idioma. En alemán, por ejemplo, existe una palabra específica que designa el placer que reviste la desgracia ajena: Schadenfreude. Algo similar a “malicia” pero no del todo.
En El Libro de la Risa y el Olvido, de Milán Kundera, el escritor explica una palabra checa llamada “Litost“, la que describe como “un estado de tormento creado por la visión repentina de la propia miseria“. La retrata con una pareja de enamorados que van juntos a una playa o un lago. No recuerdo bien muy bien los detalles. Ocurre que al meterse al agua, ella comienza a nadar y nadar y repentinamente recuerda lo feliz que esto la hacía y nada y nada feliz y despreocupada. Su pareja, en cambio, intenta vanamente alcanzarla y no hay caso. Cuando la chica regresa feliz a la orilla, su novio está indignado y comienza a retarla, que se ha preocupado mucho, que si hubiese pasado algo no habría podido ayudarla, que se fue muy lejos, que es una inconsciente…La chica rompe en lágrimas de angustia. Entonces es ahí cuando él se siente feliz. Eso es la litost.
Mi favorita es la palabra computación, que en islandés resulta de la unión de la palabra “número” y “oráculo”.
Me preguntaban mis amigos que qué palabras eran netamente chilenas. No modismos sino palabras que expliquen algo que en otros idiomas no existe. Fome, que es buenísima, significa aburrido o soso. Entonces me vino la palabra siútico a la cabeza, que compartimos junto con Bolivia. Cómo no. Ambos países terriblemente injustos.
Lamentablemente y por nuestra desigualdad y nuestra obsesión social tenemos un millar de palabras destinadas a denigrar a otro socialmente, a etiquetarlo en una casta inferior, conceptos que se encuentran sólo en sociedades clasistas y que no existen en otros lugares. En España hay muchas palabras para designar gente con mucha personalidad y cierta jactancia, sea barriobajero o aristocrático. Algo muuuuuy español.