Todo tiene un precio, incluso el silencio. Eso es lo que cuenta la película Todo bien.
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Ella es una mujer dulce. Inteligente. Competente. Reflexiva. Y tiene una vida relativamente cómoda junto a su novio, un escritor.
Todo bien, es una película alemana, dirigida y escrita por Eva Trobisch.
Protagonizada por una inmensa Aenne Schwarz, quien carga todo el peso y con una sola mirada, esa expresión tierna y a la vez que oculta todo el dolor inmencionable, el filme es digno, desolador, pero siento que Trobisch podría haber extraído más talento de la inmensa Schwarz.
Schwarz es Janne, y le ocurre uno de los hechos más traumáticos que puede sucederle a un ser humano: una noche, de borrachera con el cuñado de su futuro jefe, acaba siendo violada por él.
Si ocultas los hechos y nadie sabe lo que sucedió aparte de ti y del victimario, todo puede ser digerido.
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Esa es su actitud, incluso cuando su abusador trata de hablar con ella para pedirle unas repugnantes disculpas. No ha pasado nada. Nadie se va a enterar. Todo bien.
Pero no está todo bien. Se necesitaría ser un ser desprovisto de alma para que un hecho así pasase por tu vida y ni siquiera te tomases unas horas para procesarlo. Aenne, comienza a cambiar de actitud, a tener problemas con su amante hasta que tiene un leve enfrentamiento con el depredador.
Con leve, quiero indicar que ese es el principal fallo de la película, hay mucho fruto que se podía sacar, es una idea excelente innovadora pero si no llega a ser por Schwarz se relegaría a una película europea con buenas intenciones pero descafeinada.
Eso sí, a medida que avanza, vas sufriendo con ella, esperando cada escena en la que aparezca la bestia, y eso lo consigue el cine que causa efecto. Porque eso es el cine.