En un mundo obsesionado con la productividad y la eficiencia, surge un concepto aparentemente simple pero profundamente beneficioso para la salud mental: el puttering.
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Aunque no tiene una traducción exacta al español, se refiere a dedicar tiempo a actividades tranquilas y sin un propósito específico, como moverse por la casa reorganizando o realizando pequeñas tareas placenteras pero no urgentes.
¿Por qué todos debemos empezar a disfrutar del ‘puttering’?
Este estado implica dejarse llevar por el flujo de la atención mientras se realizan acciones simples y cotidianas, como ordenar un estante, regar las plantas o simplemente doblar la ropa limpia. Lo fundamental no es la actividad en sí, sino la forma en que se lleva a cabo: sin prisa, sin metas establecidas y sin la exigencia de la perfección.
![Mujer](https://www.nuevamujer.com/resizer/v2/GHWKDCIGIVHRFAJKWDJZNMAKEY.png?auth=7ea61a0976cb1bd21ed0e4c69fdc4d4efbbb6d51566b831b56b4f1b85adb02e0&width=800&height=600)
El puttering permite activar procesos emocionales y mentales que nos anclan en el presente, liberándonos de la constante presión de hacer y conectándonos con el “aquí y ahora”.
No requiere habilidades especiales: solo implica estar dispuesto a experimentar un estado de presencia relajado. A diferencia de la productividad, el puttering no persigue logros concretos ni completar listas de tareas. La verdadera gratificación de esta práctica radica en la ausencia de expectativas.
Entre sus beneficios, los expertos señalan que al brindarnos un espacio para relajarnos y liberar la mente del estrés cotidiano, el puttering actúa como un bálsamo para los pensamientos abrumadores.
Al no imponer resultados concretos, fomenta la emergencia espontánea de nuevas ideas. Muchas personas experimentan que sus momentos más inspiradores surgen durante estas actividades sin presión.
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![Tiro medio mujer limpieza ventana](https://www.nuevamujer.com/resizer/v2/QH56DL3Q7ZAKRKBQH6C46CLSFM.png?auth=ed4abc12995265c91a4b5e5134afbb9ef1f1e70a7a5f129050278cc7ddf4b0b6&width=800&height=524)
Al enfocarnos en acciones pequeñas y simples, volvemos a sintonizar con nuestras sensaciones corporales y el entorno que nos rodea, fortaleciendo nuestro vínculo con el mundo circundante, sirviendo como una actividad de mindfulness.
Las tareas repetitivas y sencillas tienen un efecto calmante en el sistema nervioso, lo que facilita el procesamiento suave y no invasivo de emociones difíciles, por lo que incluso será un lindo momento para conectar contigo misma y reflexionar. ¡A disfrutar!