La mentira es una experiencia dolorosa, especialmente cuando nos damos cuenta de que un hombre en quien confiábamos no ha sido honesto. La sensación de traición puede desencadenar una serie de emociones complejas, como ira, decepción y ansiedad.
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Muchas veces, nos preguntamos cómo no pudimos detectar las señales de engaño antes. Según el experto en comunicación no verbal José Luis Martín Ovejero en ABC, identificar a un mentiroso no es tan simple como observar ciertos gestos aislados.
Las señales de lenguaje corporal asociadas con la mentira son pistas que deben ser consideradas en conjunto con el comportamiento habitual de la persona, asegura.
Cuando un hombre miente, su cerebro se concentra tanto en construir la falsedad que descuida otros aspectos de la comunicación, como los movimientos de sus manos. Este fenómeno es conocido como el “efecto estatua”: la persona parece rígida y estática, lo que puede indicar un esfuerzo consciente por ocultar la verdad.
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Uno de los mitos más comunes sobre los mentirosos es que evitan el contacto visual. Sin embargo, Martín Ovejero refuta esta creencia, afirmando que “es un mito”. Los mentirosos a menudo miran a los ojos de su interlocutor para evaluar su reacción y asegurarse de que creen en su historia.
Otra señal reveladora de la mentira es la actitud defensiva que adopta la persona cuando se le hacen preguntas directas. Un hombre que está mintiendo puede volverse evasivo, cambiar de tema o incluso reaccionar de manera agresiva si se siente acorralado.
![Pareja](https://www.nuevamujer.com/resizer/v2/UH5VZHRPJVBYNP7NOAGLB6TV34.jpg?auth=e77d30493d7dfd7d5a46324ed2cc0f83142ee2728b9912962e7e3bfb81c4d5a1&width=800&height=450)
El tono de voz y el ritmo del habla también son cruciales. Quienes mienten a menudo experimentan cambios en su tono, que puede volverse más agudo o tembloroso. Además, pueden hablar más rápido de lo habitual o hacer pausas inusuales mientras intentan recordar los detalles de su historia.
Otro gesto que puede resultar revelador es cuando una persona se tapa la boca. Sigmund Freud decía que este acto es un intento subconsciente de contener la mentira. Este gesto, aunque sutil, puede ser una manifestación del conflicto interno que siente la persona al decir algo que no es cierto.