Es común encontrarse en relaciones de pareja donde una de las partes ejerce más control sobre la otra, manifestándose en diversas señales que pueden resultar sutiles pero altamente perjudiciales.
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Es importante reconocer estos signos de alerta y establecer límites saludables para evitar caer en dinámicas tóxicas. La comunicación abierta y honesta, el respeto mutuo y el autocuidado son fundamentales para mantener una relación equilibrada.
Conductas de ‘castigo’ que se dan en una relación de pareja
La manipulación emocional es una estrategia frecuente empleada por aquellos que buscan controlar a sus parejas. A través de gestos ambiguos y cambios de actitud repentinos, logran minar gradualmente la autoestima de la persona, sembrando sentimientos de culpa y duda que cuestionan la percepción de la realidad de la pareja.
En segundo lugar encontramos la desvalorización constante, donde se recurre a críticas y comentarios negativos para socavar la autoconfianza del otro. Al desgastar la autoimagen en la otra persona, se crea un ambiente de inseguridad que refuerza la dependencia emocional hacia el que ejerce esos comentarios.
De igual manera, los expertos también alertan sobre el silencio y la retirada emocional, las cuales son herramientas de castigo pasivo-agresivo utilizadas para generar ansiedad en la pareja. Al negarse a participar en la comunicación durante situaciones conflictivas, el manipulador busca mantener a la pareja en un estado de incertidumbre y vulnerabilidad emocional, alimentando así su propio control sobre la relación.
Además de estas señales evidentes de manipulación en una relación, existen otras formas en las que un individuo puede mostrar un comportamiento controlador y perjudicial. Ignorar sistemáticamente las necesidades emocionales y físicas de la pareja es otra de ellas muy extendidas utilizada para generar frustración y aislamiento en la relación, reforzando la idea de que solo las necesidades del otro son relevantes, que las propias no importan o que jamás serán satisfechas.