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¿Te cuesta aceptar elogios? Así es como puedes superarlo y callar la voz de tu síndrome del impostor

La dificultad para aceptar elogios es un tema que resuena en muchas personas, impactando su capacidad para reconocer y valorar sus propios logros.

La dificultad para aceptar elogios es un tema que resuena en muchas personas, impactando su capacidad para reconocer y valorar sus propios logros y que en muchos casos está relacionado al síndrome del impostor, inseguridades, baja autoestima o no creerse suficiente.

Un halago, en su esencia más pura, es un regalo verbal. Sin embargo, en lugar de aceptar este regalo con gratitud, a menudo tendemos a devolverlo apresuradamente, ignorarlo o incluso rechazarlo.

Para muchas mujeres, recibir cualquier tipo de alabanza puede convertirse en un desafío debido a diversas razones como creencias culturales, inseguridades personales o temores sociales. Desde temprana edad, nos han enseñado a ser modestas, o asociar aceptar un cumplido con soberbia, lo cual no es cierto.

Así es como puedes aprender a aceptar elogios

Los elogios tienen un efecto positivo directo en la autoestima y la motivación, ya que refuerzan el sentido de valor personal y profesional. Al recibir un cumplido, se experimenta un sentimiento de reconocimiento y validación que puede potenciar la confianza en uno mismo y la disposición para enfrentar nuevos desafíos.

Practicar respuestas simples nos prepara para esos momentos incómodos en los que nuestra reacción suele ser impulsiva o titubeante. Un sencillo “gracias, aprecio tu comentario” es suficiente. Reconocer el halago con gratitud, sin minimizarlo pero también sin exagerar, es fundamental para demostrar aprecio sincero.

Tomarse un momento antes de responder es clave. En lugar de reaccionar impulsivamente con una excusa, detenerse brevemente para procesar el halago permite ofrecer una respuesta más genuina y agradecida. Actuar con humildad al recibir un elogio implica responder con una sonrisa, contacto visual y palabras amables, ni menospreciando el cumplido ni exagerándolo.

Aceptar elogios con gracia y autenticidad es una oportunidad para fortalecer la autoestima y construir conexiones significativas con los demás. Al practicar una actitud receptiva y agradecida ante los halagos, no solo silenciamos la voz del síndrome del impostor, sino que también nos permitimos valorar adecuadamente nuestras propias fortalezas y logros.

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