Incorporar el cruising a tu vida no solo puede ser una manera emocionante de descubrir nuevas facetas de tu sexualidad, sino que también puede revivir la chispa que a veces se apaga en relaciones estables.
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Las sensaciones de incertidumbre y sorpresa que se sienten en esta práctica pueden brindar una adrenalina refrescante, transformando la rutina diaria en momentos de intensa pasión.
¿Qué es el cruising en la sexualidad?
Según un reportaje de Mejor con Salud, el cruising es una práctica que ha perdurado a lo largo de la historia y se define como el acto de tener sexo casual en espacios públicos con personas desconocidas.
Esta forma de exploración sexual no es nueva pues hay evidencias de su existencia desde la Antigua Roma, donde los baños públicos eran escenarios de encuentros intimos.
La palabra “cruising” comenzó a popularizarse en las décadas de 1960 y 1970, especialmente dentro de la comunidad homosexual masculina, describiendo encuentros anónimos en lugares donde se cruzan miradas y se establecen conexiones instantáneas.
Algunos sugieren que se deriva del nombre de un bar estadounidense, Booze ‘n’ Cruise, que se convirtió en un punto de encuentro icónico en esa época. Otros investigadores apuntan a la palabra holandesa “kruisen”, que se traduce como “cruzar”, aludiendo a esos momentos previos de conexión visual.
Hoy en día, el cruising puede tener lugar en una variedad de ambientes, desde playas, parques y estacionamientos, hasta baños de centros comerciales y discotecas. Esto añade una capa de emoción a la experiencia, ya que la clandestinidad y el riesgo de ser descubiertos pueden intensificar la excitación.
El auge de la tecnología ha reinventado el proceso del cruising. Cada vez más personas inician su búsqueda de encuentros casuales en plataformas digitales. Sitios web de citas como Tinder y Grindr ofrecen un espacio donde los interesados pueden conectarse antes de trasladar su interés al mundo físico.
