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‘La sustancia’: una mirada cruda y perturbadora a la búsqueda de la juventud eterna

La nueva cinta de Demi Moore que explora el impacto devastador de los estándares de belleza en las mujeres que pasan de la mediana edad

La nueva película de Demi Moore, “La Sustancia”, ha llegado para incomodar y generar conversación. Dirigida por Coralie Fargeat y distribuida por MUBI, esta inquietante cinta ha sido aclamada en el Festival de Cannes y ya está dando mucho de qué hablar por su potente crítica a los estándares de belleza que imperan en Hollywood. Con una mezcla de horror físico y psicológico, la cinta aborda de forma crudísima el miedo al paso del tiempo y la obsesión con la juventud, temas que resuenan profundamente en una industria que castiga a las mujeres por envejecer.

En “La Sustancia”, Moore interpreta a Elisabeth, una superestrella en decadencia, conocida por haber sido la presentadora de un exitoso programa de aeróbicos en los años 80. A pesar de seguir siendo la estelar y que ella se mantiene como una mujer hermosa, en forma y carismática (realmente resulta imposible no pensar eso de Demi desde el primer instante que sale en pantalla), la presión de la industria la empuja a buscar una solución drástica para mantener su relevancia y apariencia juvenil.

El detonante es su productor, interpretado por Dennis Quaid, quien insiste en reemplazarla por alguien más joven, lo que la lleva a aceptar un acuerdo con un misterioso personaje: durante siete días, su cuerpo real entrará en hibernación mientras una versión joven y “mejorada” de ella, llamada Sue (interpretada por Margaret Qualley), tomará el control de su vida, alimentada por una extraña sustancia.

Lo que comienza como una solución distópica atractiva pronto se convierte en una pesadilla, ya que, pese a ser ‘una misma’, Sue comienza a tomar control absoluto, absorbiendo la vida de Elisabeth hasta el punto en que su transformación física se vuelve cada vez más grotesca y perturbadora mientras hiberna.

Con esto, se pretende explorar la idea de cómo la sociedad presiona a las mujeres a sacrificar su identidad y bienestar para cumplir con los estándares de belleza, al grado de perder control de ellas mismas y hasta su identidad. Esto se ve específicamente en una escena especialmente poderosa, en la que Elisabeth, atormentada por un enorme cartel de Sue que la observa desde su ventana, lo que devela el nivel de trauma que han generado en ella por esta “fecha de vencimiento” impuesta.

Una reflexión brutal sobre la juventud y la belleza

Si bien la trama es atractiva, es importante advertir que no es una película para estómagos sensibles, ya que las escenas de metamorfosis son realmente impactantes y evocan clásicos del ‘body horror’ como The Fly (1986), The Thing (1982) y La piel que habito (2011), a través de secuencias en las que el cuerpo de Elisabeth se deforma y descompone por completo, como una grotesca simbología del costo físico y emocional de intentar cumplir con estándares de belleza irreales.

La película no sólo se enfoca en el horror corporal, sino que también pone el foco en el conflicto interno de Elisabeth, quien empieza a resentir a Sue, su “otro yo” joven y enérgico, que toma el control de su vida pública mientras ella languidece en un estado de hibernación. Esta lucha interna refleja la experiencia de muchas mujeres que sienten que deben competir contra su propia juventud para seguir siendo valoradas.

El casting de Demi Moore como protagonista es una elección brillante y cargada de simbolismo pues ella misma ha sido objeto de escrutinio constante por su apariencia a lo largo de su carrera. Su interpretación capta la ansiedad y el miedo que genera la pérdida de relevancia en un entorno donde la juventud es una moneda de cambio.

Fargeat, la directora se encargó de cuidar cada una de las tomas, mostrando a Elisabeth observando su cuerpo con vergüenza, mientras que Sue lo hace con orgullo, ambas en un mismo plano.

A lo largo de la cinta, Moore no sólo ofrece una actuación impecable, sino que se muestra vulnerable al permitir tomas cercanas de su cuerpo, revelando con naturalidad el físico de una mujer de 61 años. Esta exposición añade una autenticidad y profundidad únicas a la historia, lo que podría posicionarla como una fuerte candidata al Oscar.

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