El cáncer de mama es una enfermedad de alta incidencia y temida que afecta profundamente la vida de las mujeres que lo enfrentan. Este se extiende más allá de lo físico ya que su evolución es impredecible, generando un impacto emocional y psicológico considerable.
PUBLICIDAD
Entre los muchos desafíos que se presentan, las mujeres pueden aprender a sobrellevarlo si cuentan con el apoyo adecuado y un seguimiento integral por parte de especialistas de la salud.
Si bien el oncólogo es el médico principal que lleva el diagnóstico, tratamiento y seguimiento, deben trabajar estrechamente con otros especialistas de la salud para proporcionar una atención completa. En este contexto, los nutriólogos juegan un papel crucial y a menudo subestimado en la batalla contra esta devastadora enfermedad.
La relación entre los alimentos y el cáncer de mama
“Nunca se ha hecho un estudio de que un alimento específico provoca cáncer. Lo que sí se sabe es sobre los alimentos ultraprocesados que es todo lo que ya viene agregado con químicos, colorantes y conservadores y es la categoría de alimentos que tenemos evitar”, explicó Liliana Fernández del Castillo, Nutrióloga Funcional, Clínica y Deportiva. “Todos estos generan mucha inflamación a nivel celular, no solamente la que se ve en al abdomen sino en cada una de tus células y también generan que no se lleven a cabo todos los procesos correctos en nuestras hormonas y en nuestro metabolismo”.
De acuerdo con la nutrióloga Fernández del Castillo, los alimentos ultraprocesados sí tienen una relación directa con el aumento de cáncer de mama en sentido que pueden contener ingredientes genéticamente alterados que estimulan el exceso de estrógenos.
“El cáncer es una enfermedad inflamatoria en la que se producen células rápidamente de manera inflamatoria. Justamente por eso tenemos que tener una armonía entre los alimentos. El omega 3 que encontramos en pescados de aguas frías como el salmón, las sardinas, la trucha, huauchinango, los antioxidantes que son verduras que tienen mucho color o frutas como pimiento amarillo, jitomate, betabel, fresas, frutos rojos, el aceite de oliva extravirgen, brocoli, y toda la familia de las crucíferas como col y coliflor que tienen sustancias con efectos antiinflamatorios y anti cancer”.
Fernández del Castillo reiteró que si bien podemos comer alimentos ultra procesados, no deben predominar sobre los antiinflamatorios.
Los buenos hábitos de vida saludable son clave
Aunque existen factores de riesgo genéticos y hormonales que están fuera de nuestro control, el estilo de vida saludable desempeña un papel crucial en la prevención del cáncer de mama. Es esencial comprender que podemos influir significativamente en la producción hormonal excesiva a través de nuestros hábitos y elecciones de vida.
PUBLICIDAD
“Cien por ciento todo paciente oncológico debe llevar de la mano un tratamiento nutricional”, recalcó la especialista. “Como mujeres nos quedamos nada más con la idea de que el cáncer de mama es genético pero nosotras podemos modificar esa sobreproducción de hormonas. Dentro de lo genético, podemos hacer un impacto importante”.
La especialista explicó que la acumulación excesiva de grasa en nuestro cuerpo puede convertirse en un reservorio de toxinas, dificultando su correcta depuración y que un hígado sobrecargado puede tener dificultades para eliminar el exceso de estrógenos, lo que potencialmente aumenta el riesgo de cáncer de mama.
Nutriólogos y oncólogos deben trabajar de la mano
“El que va a tener el primer contacto con la paciente siempre va a ser el oncólogo. Por ello hay que buscar un oncólogo que busque un tratamiento integral que te canalice con un nutriólogo especializado en cáncer”, aseveró la especialista. “El doctor siempre te va a dar un reporte, en el que diga en qué fase está la paciente, qué medicamentos está utilizando, si hay cambios en el sabor de la boca, si con el tratamiento que va a tener hay pérdida de hierro, si necesita se necesita prescribir probióticos, etcétera”.
La alimentación de una paciente con cáncer de mama cambia según el tipo de cáncer que tenga y en qué etapa está, incluso si es preventiva. La especialista destacó que un seguimiento nutricional adecuado durante las sesiones de quimioterapia o radiación ayuda a hacer sinergia. Asimismo, en una paciente que ya está en remisión puede ayudar a optimizar todas las vías de desintoxicación, eliminar medicamentos, que funcione mejor el hígado y prevenir una recaída.
La importancia del ejercicio y un buen hábito de sueño
“Todos tenemos que hacer ejercicio, no solamente para el cáncer sino para todo. La OMS recomienda mínimo entre 150 y 300 minutos a la semana”, destacó la especialista.
Entre los beneficios están dormir mejor y más profundo, lo que lleva a producir melatonina, la hormona anti cáncer más grande que tenemos. “Este es un punto integral, necesitamos control de estrés, energía, hacer ejercicio, alimentación, un sueño adecuado y por supuesto evitar todo tipo de tóxicos como cigarro, drogas, alimentos ultraprocesados”.