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Cuando aprendes que la edad no define tu brillo, vives más libre y feliz

La sociedad es muy buena para ejercer presión sobre nuestra imagen que resulta demasiado común sentirnos abrumadas cada vez que llega nuestro cumpleaños.

Y es que el momento en que el reloj marca las doce sabemos que seremos un año más grandes y con que eso llegarán nuevas expectativas sobre lo que deberíamos estar haciendo a partir de entonces.

Por todas partes escuchas que «eres más vieja» y si tienes «suerte» te dirán que «no pareces de tu edad» porque luces más joven. Una parte de ti se siente exactamente igual pero la otra sabe que el reloj sigue corriendo y que no perdona y te cuestionas si has hecho lo correcto como para decir que has aprovechado ese tiempo.

La realidad es que toda esa «crisis de la edad» se deriva de la presión externa que hace que creamos que debemos seguir un manual específico para darle gusto a los demás. Es momento de romper con eso y aprender que la edad no define nuestro brillo ni tampoco la forma en la que vivimos la vida.

Sí, quizá hay factores biológicos que provoca cambios inevitables en nuestro cuerpo pero eso no es una condena para dejar de ser felices o de sentirnos plenas y seguir cumpliendo sueños y ambiciones.

El paso del tiempo no tiene que ser una condena

Es momento de dejar de creer que hay cosas que debemos dejar de hacer por llegar «a cierta edad», que no debemos vestir de cierta forma o que deberíamos tener esto o aquello.

No estamos para darle gusto a nadie.

No importa si tienes 20, 30, 40, 50 o más ¡es tu vida y de nadie más! ¿Por qué dejas que tu edad te restrinja? ¿Por qué dejas que la gente defina tu edad por ti? Es momento de que tomes las riendas y te enfoques en tu propia felicidad.

Una de las claves para liberarte es dejar de compararte con los demás. Recuerda que cada quien tiene su propio proceso y el significado de plenitud es diferente para cada quien.

Está bien si tu mejor amiga se casó a los 25 y tú no. Está bien si esa chica con la que ibas en la universidad abrió su propio negocio y tú estás trabajando en una oficina. Está bien si tu mamá te tuvo a los 30 y tú estás más preocupada por hacer una maestría o tomar clases de baile. Lo que es plenitud y felicidad para esas personas puede no serlo para ti y viceversa!

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