La ansiedad suele ser uno de las enfermedades mentales más malinterpretadas de todas. A pesar de que también es una de las más comunes, tiende a confundirse e ignorarse.
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Tener ansiedad o no, no es algo que se elija. Nadie quiere esa sensación de peligro inminente o de hormigueo en el cuerpo o aquella que hace parecer que el corazón va a explotar de lo acelerado que está.
Todos nos hemos sentido nerviosos ante algo que desconocemos o que nos desafía pero créeme cuando te digo que no es lo mismo para una persona con ansiedad.
Quienes están cerca de alguien que padece ansiedad suelen pensar que sus crisis son «un lapsus pasajero» y que lo único que necesitan es «calmarse». Sí, es importante recuperar la calma pero un “cálmate” no mejora la situación.
Tampoco ayuda que te digan que «Debes cambiar el chip» o «ver el lado positivo» y mucho menos escuchar que lo que te está pasando «no es para tanto».
Invalidar las emociones del otro es peligrosos
Cuando decimos que ese malestar «no es para tanto», invalidamos lo que esa situación representa para esa persona.
Si alguien con ansiedad fuera capaz de calmarse con una orden o de ver el lado positivo con un mensaje motivacional, lo haría sin dudarlo.
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La invalidación es el proceso de negar, rechazar o descartar los sentimientos de alguien. Decirle a otra persona que está sufriendo que lo que le pasa «no es para tanto» o que «está exagerando» envía el mensaje de que esa experiencia emocional es inexacta, insignificante o inaceptable.
Es una de las formas más dañinas de abuso emocional y puede desencadenar más efectos negativos en esa persona como que dude de sí misma, que se cierre a volver a expresar sus emociones, que sienta que está loca o que es una carga.
A veces esto se hace sin malas intenciones pero al final, viene de esta falta de empatía y entendimiento porque creemos que siempre debemos mostrarnos fuertes o que la vulnerabilidad es igual a debilidad.
Aunque es importante mostrar apoyo, las “palabras bonitas” no son la mejor opción. Validar la experiencia emocional de alguien no significa necesariamente estar de acuerdo con esa persona o que creas que tiene razón. A veces, lo único que se necesita es estar dispuesto a escuchar y acompañar. Aunque claro, una intervención profesional también ayuda para evitar que se salga de control ese malestar.
Escuchar verdaderamente a alguien significa tratar de comprender su posición.
Nunca subestimes el dolor ajeno
Muchas personas se sienten incómodas con los sentimientos, especialmente los negativos. Es complicado pero el que no puedas lidiar con alguien que llora o siente miedo por algo que tú no entiendes, no significa que debas minimizar sus emociones.
Quien sufre, está cansado de escuchar acerca de “mirar el lado bueno”,. Simplemente no funciona así.
Tampoco hay que culparse, después de todo, a veces lo que vemos es sólo lo que sucede en el exterior y no siempre podemos indagar más a fondo. Pero es justo porque no conocemos las batallas internas que cada quien lleva que no debemos juzgar ni criticar.
Pero como nadie posee la capacidad de ver lo que ocurre al interior de otra persona, no podemos subestimar su dolor ni creer que responderá como uno lo haría. Hay corazones que son más frágiles que otros y mentes más susceptibles que otras. No es debilidad, sólo es nuestra condición mortal la que nos hace actuar y reaccionar de diferentes maneras ante el dolor.
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