Cuando llegamos a la mediana edad, las mujeres no sólo nos enfrentamos la presión de ser profesionales y haber formado una familia, sino que también de mantener el aspecto juvenil que teníamos a los veinte.
Nos bombardean constantemente con presiones sobre recurrir a métodos de belleza para lucir radiantes, a la cirugía plástica para deshacernos de esas marcas de la edad y hasta a píldoras “mágicas” para adelgazar.
No es de extrañar que cuando llegas a los 40 no te sienta muy bien contigo misma y te preguntes si podrías ser mejor, más delgada, más joven o más bonita.
Es difícil no voltear a ver a otras y pensar si lo estás haciendo bien. Sin embargo, una parte de ti es consciente del camino recorrido, de los obstáculos atravesados y las tormentas superadas.
A los 40 aprendes aprendes que no necesitas alcanza la perfección.
Ya has pasado por muchas decepciones y conoces el dolor de una ruptura pero sabes que no es el fin del mundo. El desamor ya no es una razón para dejar de creer en el amor. Antes te sentías vulnerable, que no podrías recuperar el aliento pero hoy sabes que cuando las cosas no se dan es porque mereces algo mejor.
La definición de plenitud es diferente para cada una.
No tienes que cumplir expectativas ajenas ni aceptar opiniones no solicitadas. Todo cambio que hagas debe ser sólo por y para ti.
A los 40 ya sabes que envejecer es inevitable y que depende de ti hacer lo que mejor te convenga para sentirte hermosa. Ni tus arrugas, ni tus manchas ni cicatrices tienen por qué hacerte sentir mal. Tampoco si tienes hijos o no, si tienes pareja o no. Lo que hace feliz a una no necesariamente tiene que hacerte feliz a ti y viceversa.
No necesitas aprobación de nadie ni tampoco seguir los estándares de belleza impuestos por otros.
Cada vez eres más consciente de tus experiencias y has aprendido a transformar el dolor en oportunidades de crecer. Poco a poco has entendido que la única que puede definir lo que vales eres tú misma.
El tiempo lo más preciado que tenemos y es momento de que dejes de perderlo tratando de satisfacer a los demás.
En un mundo donde todos parecen tener prisa, no nos damos cuenta de que ese tiempo pasa volando y lo perdemos preocupadas por encajar en esos estándares sociales que exigen tanto de nosotras.
Las mujeres podemos ser hermosas y felices a cualquier edad y de cualquier forma.
Hoy más que nunca, debemos aprender a aceptar los cambios en nuestro cuerpo y ver todas esas marcas como un símbolo de los buenos recuerdos que vamos acumulando. Es un proceso, pero podemos aprender y cambiar, enseñarle a las nuevas generaciones a no caer en aquello que atente contra nuestro cuerpo, mente y alma.
Llegar a los 40 no es una condena, es una bendición. Has vivido lo suficiente como para ganar sabiduría y entender que el sufrimiento es temporal pero aún te falta mucho para vivir y aprovechar todo lo aprendido.
A los 40, el amor ya no está sólo en una pareja sino en quienes te rodean, desde tus hijos (si los tienes), hasta tus amigas que siempre han estado contigo o incluso tu mascota.
A los 40 el amor más importante es el que te tienes a ti misma. ¡Todo lo que llene tu corazón te suma vida! Todos los días son una oportunidad de darte amor, de nutrir tu alma. Tienes un arma muy poderosa que te embellece y rejuvenece, que te hace brillar y tener una vida única.
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