Bien reza una frase muy popular que la gratitud «es la memoria del corazón», y no podíamos estar más de acuerdo. Sin embargo, más allá del gesto de buena educación, es un hábito que aumenta la satisfacción con nuestra vida, lo que nos hace sustancialmente más felices.
No significa conformarse o no aspirar a mejorar en todos los ámbitos de la vida, sino ejercitar la humildad para valorar lo que tenemos, los esfuerzos que realizamos y vivir el presente, aumentando el bienestar.
Los beneficios de practicar la gratitud
De acuerdo con una investigación de la Universidad de California, citada en Ecoportal, poner en práctica la gratitud está relacionado con la disminución del estrés y depresión, además que puede retrasar la neurodegeneración.
«Las prácticas de gratitud conducen a una disminución de la inflamación y a una presión arterial más baja. Escribir una carta de agradecimiento disminuyó la desesperanza en el 88 por ciento de los pacientes suicidas y aumentó el optimismo en el 94 por ciento», afirman.
Asimismo, a lo largo de los años se han hecho varias investigaciones más que arrojan que tiene innumerables ventajas que van desde menos aflicciones físicas, fortalecimiento del sistema inmunológico, menos angustia, más emociones positivas, mejor calidad del sueño y más resiliencia.
Igualmente, fomenta relaciones interpersonales más fuertes, aumenta la satisfacción con la vida, más paciencia, menos reacciones agresivas hacia los demás, mayor empatía, aumenta el deseo por el cuidado personal y previene adicciones, entre muchas otras más ventajas emocionales y físicas.
Cómo poner en práctica la gratitud
Pero, para muchos, suena más fácil decirlo que hacerlo. Los expertos afirman que el primer paso para agradecer es dedicar tiempo a apreciar lo que nos rodea y lo que nos hace sentir bien para saborearlo, disfrutarlo y sentirnos dichosos de poder contar con ello.
Es decir, hay que bajarle revoluciones al estrés del día a día, las ocupaciones o el impacto que tienen los problemas en nosotros para detenerse a mirar más allá, por eso los espacios de meditación, reflexión, oración y momentos dedicados a uno mismo son tan importantes.
Mientras más lo practiques se hará automatizado, pero recuerda que es un acto individual. Es decir, no puedes pretender que si le agradeces a alguien por estar en tu vida te corresponda con la misma efusividad porque se hace sin esperar nada a cambio, solo porque te hace feliz.
Sin embargo, pese a esto, es importante que igual te animes a practicar la gratitud expresándoselo a esas personas porque los demás no conocen lo que pensamos y sentimos si no lo decimos. No dejes que sea tarde para recordarle a los que amas que eres dichosa de contar con ellos.
No hace falta ser religioso para empezar, aunque es una de las vías para ejecutarlo. También se puede hacer:
- Escribiendo cartas enviadas o no.
- Hablando contigo mismo dando las gracias en silencio a la vida misma.
- Agradeciendo frontalmente a alguien.
- Devolviendo el favor a alguien que lo necesite.
- Decir gracias cuando hacen algo bueno por ti así sea pequeño.
- Da abrazos.
- Lleva un diario de gratitud.
- Redirige tus pensamientos cuando tengas un mal día.
- Reconoce públicamente algo bueno.
- Agradece incluso por las cosas malas que te pasan o por aquello que no tienes.
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