El duelo comprende a muchos tipos: duelos por rupturas amorosas, duelos por ser despedido, duelos perinatales, ruegos por fallecimientos de pareja, hijos, familiares en general, e incluso mascotas.
No obstante, cabe preguntar, ¿recordáis haber visto llorar durante mucho tiempo a alguien por haber perdido a un gran amigo o amiga, no querer arreglarse ni salir al tramo de la puerta, llamarte a altas horas de la madrugada para darle vueltas al asunto, pasar por un momento depresivo y hablar de esa persona con rabia o indiferencia? No es muy común, ¿cierto?
Este 2020 gané muchas cosas. seguridad, inspiración, no permitir ni un roce de algo o alguien que me pueda pasar por encima pero mis amigos siguen siendo mi talón de Aquiles.
Había una chica, a la que llamaré Sandra, de otro país, con la que llevaba una amistad de más de 6 años (cuando cada una siguió su camino, solo nos vimos una sola vez y seguimos hablando).
Mi problema es que a veces de intuitiva lo doy todo por hecho, y la distancia te pone a prueba, (al igual que una pandemia) y sentía que a mi amiga le ocurría algo conmigo por lo que se lo pregunté varias veces, quizás porque soy una persona que está acostumbrada a la confrontación, tiene intolerancia a la incertidumbre y suele decir lo primero que piensa (que no es un halago, como diría mi madre, hay veces en las que uno debe saber cerrar el morro).
Sandra decía que no, pero ella es(era) de ese tipo de personas que siempre dice que no les «gusta discutir», y respondía que era un poco frustrante que yo lo preguntase eso más de una vez. Pero es que la conozco o mejor dicho la conocía. Y la rabia y la incertidumbre son peores que una verdad dolorosa.
El caso es que después de eso, traté de creerla y le conté un par de cosas terribles que me habían sucedido. No contestó. Al día siguiente era mi cumpleaños.No hubo felicitación.
Pasó un mes y me mandó un mensaje escueto en el que decía que había estado muy mal por problemas laborales y me comparaba con una de sus amigas que yo también conocía (de la que más de una vez no me habló bien) y lo que yo le contesté quedó en el aire.
Le felicité las fiestas, le dije que ojalá estuviese bien y ‘Sin noticias de Gurb’ (novela española), así que el tigre que ya estaba mordisqueando los barrotes de la jaula, tratando de contener su fuerza, la rompió unos 10 días después y le espetó a Sandrita que era una patética cobarde, que le diría que la extrañaría pero que no la conocía y algunas lindezas más. Eso sí, le deseaba lo mejor. Todos deseamos lo mejor, es como si con ello eximiésemos nuestra culpa o nos sintiésemos más educados y empáticos.
En mi cabeza, no cabía que alguien pudiese ser tan mentiroso, y en lugar de cortar yo por lo sano perdí lo peor que uno puede extraviar: la dignidad.
Yo cada vez estaba más triste y lo comenté en mi círculo más cercano, pero no sé por qué, sentía cierto pudor de demostrar realmente lo destrozada que estaba por una amiga.
Es curioso, ves a gente llorar porque salieron 3 veces con una persona y luego desapareció y luego, cuando pierden a otro ser a quien conocen de hace años, sin saber tampoco muy bien el porqué, se extrañan pero adoptan una postura resiliente.
También está el caso de María, que con 23 años perdió a una amiga suya, también por ghosting.
María describe que la «adoraba», pero que las dos llevaban un estilo de vida diferente y que la otra parte parecía sentirse juzgada por ella por lo que desapareció. Recuerda, incluso, cuando un día fue a verla al bar donde trabajaba y su compañera le puso excusas.
Lo increíble es que 20 años después, la gente de su barrio de toda la vida crearon un grupo de whatssap y estaba su examiga. María, quien no tenía nada de rencor, la saludó pero fue ignorada, y en un momento que se le ocurrió buscarla en las redes sin pasar de unas simples revisiones, cuando volvió a localizarla, se encuentra con una foto subida por parte de la examiga haciendo referencia a que la «cotilleen» y a la «obsesión» que tiene alguien que ver con ella.
«Creo que sin querer le di una foto a me gusta», reflexiona María, ahora se lo toma con humor pero confiesa que lo pasó «fatal».
«Éramos amigas, hacíamos un montón de cosas juntas, me lo pasaba genial con ella y de pronto, se va», cuenta.
«Cuando se pierde a un amigo con quien se había perdido contacto, el duelo puede vivirse de una forma más complicada aún. Muchas veces se crea una distancia debido a cambios de residencia, falta de comunicación o diferencias. Si la pérdida sucede bajo estas condiciones, se pueden experimentar sentimientos de culpa y dudas que ocasionan pensamientos recurrentes. Estos aspectos dificultan el trabajo emocional y pueden crear interferencia en el proceso de duelo, por lo que se recomienda buscar apoyo profesional para elaborar el duelo», subraya la psicóloga Adriana, Adriana Guerra, licenciada en Psicología por la Universidad de las Américas de Ciudad de México con varios diplomados en Tanatología, más de 15 años de experiencia en docencia y posgrado en adicciones, bullying, autolesión y educación, entre algunos de sus títulos.
Respecto a la mención de que sea un dolor tan recóndito, la especialista lo atribuye a que con «este tipo de duelo suele vivirse en silencio porque no entendemos exactamente lo qué pasó, sin embargo requiere de elaboración emocional para adaptarse a la pérdida de esa relación».
Asimismo, resalta la importancia de la amistad y señala que elegimos a nuestros amigos «como compañeros para explorar el mundo».
Otro unto importante para cuestionarse: ¿Cómo veías tú a esa relación amistosa y cómo la veía la otra parte?
«Hay personas que entienden la amistad de diferentes formas. Hay quien tiene amistades instrumentales, es decir, que para la persona tiene sentido mientras la «amistad» le aporte algún beneficio, pero si con el tiempo ya esa amistad ‘no le interesa’ pues simplemente desconecta. Realmente no había un sentimiento afectivo debajo de esa amistad. No había vinculo de apego», asevera Sonia Villar, Licenciada en Psicologia, especialista en Psicología Clínica, Máster en Investigación y Tratamientos Psicológicos por la UGR, Graduada en Criminología por la UNED Mediadora Civil y Comunitaria autorizada por el Ministerio de Justicia, agente para la Igualdad y doctorando en Psicología Línea: Psicología Clinica y de la Salud.
Por ello,Villar expone que «cuando se crean vínculos reales claro que se producen duelos ante la perdida, da igual que sea de un familiar, una mascota o una amistad. Pero entre dos personas una puede estar creando esos vínculos, y la otra no».
No hay nada más humillante que tú llorando en tu casa mientras tu ex, amigo, amiga, novio, novia, está en la playa con un margarita llevando días sin pensar en ti.
Otro tema a mencionar es el ghosting. No solo una persona a quien querías ha desaparecido de tu vida, sino que no ha tenido la deferencia de tomarse un café contigo para explicártelo.
Es bizarro. Tu pareja te deja por whatsap y es cobarde, lo hace un amigo o mejor dicho, no lo hace y se normaliza.
«Yo creo que la gente suele sentir «vergüenza» cuándo les hacen ese ghosting y por eso no lo verbalizan. Quizás piensan que los demás van a pensar mal de ellas[…] Ocurre en muchas situaciones donde una «víctima» de cualquier situación se oculta y silencia su malestar de cara al resto por una vergüenza mal entendida, y por que a veces «los demás» son crueles (que también puede pasar, sobre todo entre adolescentes)», puntualiza la psicóloga.
¿ Quienes hacen el ghosting son seres poco empáticos y narcisistas? Se puede dar el caso, pero en ciertas ocasiones, lo realizan para evitar su propio dolor, o por venganza.
Elisa, confiesa que ella ha aplicado este método varias veces y lo define como un «subidón».
«Alguien que no te valora o ves que no te aprecia, pues desapareces para que crea que se te haya tragado la tierra», explica.
Elisa, añade que los seres humanos están «conectados» y son «afectivos».
«Cuando alguien desaparece, nuestros mapas cerebrales crean alerta, no estamos preparados para eso».
Dicho esto, parece ser claro que mucha más gente de la que pensamos pasa por grandes duelos ante la pérdida de las amistades, pero desde un punto antropológico social está diseñado para que solo nosotros sepamos que tenemos la astilla anquilosada en la uña.