Tu mejor amiga debe ser una luz cuando te sientes perdida o cuando estás a punto de sucumbir ante un laberinto sin respuestas. Es la última persona que piensas que te pondrá el pie o que te dará la espalda sin embargo, cuando sucede, se sentirá como un puñetazo en la cara.
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Sí, pasa y más de lo que piensas. Salir de ahí puede ser muy difícil pues muchas veces tratas de convencerte de que es normal y que quizá estás exagerando.
Por alguna razón olvidamos que merecemos más y nos quedamos con personas que nos restan en lugar de sumar. Pero cuando dejas que esto suceda, pierdes de vista tu propio valor y con eso, terminas en una especie de laberinto donde por más que tratas de ir hacia adelante, sientes un gran peso encima que no te deja avanzar.Yo he estado en ese punto y entiendo lo que sientes si estás en esta situación.
Cuando estaba en la universidad deposité toda mi confianza en una persona a la que llamé «mejor amiga». Teníamos las mismas clases, compartíamos los tiempos libres, siempre estábamos juntas y nos prometimos cuidarnos la una a la otra en las fiestas a las que íbamos o cuando conocíamos a alguien nuevo.
Las cosas comenzaron a cambiar cuando en uno de mis cumpleaños le presenté a mi grupo de amigos con los que me llevo desde que somos pequeños. En un principio fue genial que todos hicieran click porque significaba que ya no tenía que dividirme entre un grupo y otro sino que podíamos salir todos juntos. Y así fue. Hicimos viajes de fin de semana, teníamos fiestas maratónicas y hasta un grupo en el que compartíamos nuestras crisis existenciales.
Pero las cosas dieron un giro de 180º cuando esta «mejor amiga» comenzó a hacer planes con ellos a mis espaldas, sin incluirme. No me pareció mal después de todo, yo tenía mis propios compromisos y estaba sumergida en el trabajo, tanto que a veces no me daba tiempo de salir con ellos. De hecho, me sentía más egoísta si hacía que cancelaran sus planes por mí. Poco a poco comencé a sentirme incómoda cuando al reunirnos todos, pues parecía que yo era la extraña del grupo y ella la que había estado toda la vida.
Puede parecer una exageración pero sentía que mis amigos me estaban haciendo de lado y que mi «mejor amiga» me estaba sustituyendo.
Por supuesto nunca reclamé nada después de todo, sentía que no podía obligarlos a no querer a esta persona y mucho menos a que dejaran de disfrutar el tiempo de diversión que ella les ofrecía. Mientras fingía que todo estaba bien, por dentro me estaba consumiendo una crisis existencial de «por qué les presenté a esta persona», «por qué ella está haciendo planes con ellos a mis espaldas», «seguro la prefieren a ella que a mí».
Pasaron dos o tres años para darme cuenta de que tenía que alejarme de esta «mejor amiga» y todo porque comencé a darle más importancia a su presencia que al tiempo de calidad con las personas que más quería.
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Me di cuenta que yo no estaba mal y mis amigos siempre habían hecho todo porque no me alejara;sólo que estaba demasiado enfocada en el malestar que me provocaba esta amiga. AL final, ella era quien organizaba todo sin avisarme y juraba que yo ya sabía pero me había negado a juntarme con el grupo. La traición total.
Hablé las cosas pero hizo que yo terminara sintiéndome peor, como una egoísta o alguien que buscaba hacerle mal a todos. Así que no volví a decir más.
Pero bien dicen que «todo por su propio peso cae» y no puede ser más cierto porque al poco tiempo comenzó a actuar mal con el resto.
Cuando las personas que amas actúan de manera horrible contra ti y te dejan con el corazón roto, cuando tu mejor amiga te apuñala por la espalda, es importante que recuerdes esto: no es tu culpa y no mereces esto.
No merecías ese maltrato. No es necesario que pases noches sin dormir tratando de descubrir qué hiciste mal para merecer este tipo de traición, tu angustia no vale la pena.
Porque esa persona lo único que ha hecho es cambiarte de golpe sin que lo notes, porque un corazón que es traicionado, cambia para siempre. Seguir en ese ciclo tóxico hará que te cueste volver a confiar en alguien y terminarás actuando con reserva frente a otros; pensando en que cualquier otro puede aprovecharse de ti solo para su propio beneficio.
Alejarte de quien te lastima no es fácil, requiere de mucha fuerza pero sobretodo de amor propio. No mereces que te hagan sentir mal cuando has sido buena persona. No mereces la traición de alguien en quien depositaste toda tu confianza.
Puedes perdonar a alguien por engañarte, por darte la espalda, por romper tu corazón, por no ponerte primero o por alejarse cuando lo necesitabas, pero eso no significa que tengas que confiar en esa persona otra vez.
No estás mal si perdonas y te alejas de esa persona. De hecho, es la mejor decisión que puedes tomar. No tienes que hacerlo frente a frente, puedes hacerlo incluso en silencio y alejarte sin dar explicaciones; después de todo, tú misma sentirás el alivio que te trae. Al final, quien te lastima, sabrá por qué lo estás haciendo así.
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