El bombardeo con ideales de belleza e imágenes increíblemente poco realistas de cómo deberían verse nuestros cuerpos sin duda hace que nos cuestionemos lo que valemos.
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Seguramente más de una vez has sido muy dura con tu cuerpo. Quizá te has levantado en la mañana pensando que te ves terrible mientras jalas los rollitos de tu cintura o que la ropa no te queda como a la modelo que te inspiró a comprarla. Quizá no dejas de pensar en la vez que alguien te dijo que tus muslos se veían demasiado gruesos con esos pantalones o que deberías «bajar de peso».
Hay muchas formas de sentirnos mal por nuestro peso o por la forma de nuestro cuerpo, especialmente cuando nos enteramos que hay cuerpo «de manzana», «de pera» o «de reloj de arena» y que todos implican tener un aspecto más grueso o grande.
La cultura de la dieta ha sido parte de la sociedad desde tiempos remotos. Se centra en la imagen de una persona y evalúa su peso, la forma y el tamaño de su cuerpo por encima de su bienestar
Básicamente, se traduce en «no importa cómo te sientas, sino que hagas lo necesario por bajar de peso y verte como la mujer que posa en esa revista», Aunque en los últimos años han surgido figuras que se han encargado de derrumbar estos estereotipos de belleza, sigue habiendo muchos prejuicios, incluso dentro del mismo movimiento body positive.
El tamaño o la forma no definen tu salud
Cuando miramos nuestra salud y nuestro cuerpo desde esta perspectiva, podemos dejar espacio para la autocompasión, la tolerancia y la paciencia.
Nuestro cuerpo es nuestro hogar, nuestro templo. Parece un cliché pero así como la casa literal de todos se ve diferente, también el cuerpo de todos y eso es algo que se debe celebrar y respetar.
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Para ser honestas, mientras seas feliz en tu piel y te mantengas activa (lo cual además favorece tu salud mental y física) entonces está bien. No te preocupes por los números en la báscula porque son solo números. No dicen nada sobre ti como persona; ni sobre tu felicidad, tu personalidad ni tampoco tus logros.
Cambiar el tamaño de tu cuerpo o la talla de tu ropa por presión no significa cuidarte ni estar saludable. Un cuerpo delgado no siempre es un cuerpo sano y un cuerpo grueso no significa que estás mal. No debes dejarte llevar por esa presión. Todo cambio tiene que venir de ti y para ti, no para los demás. Recuerda que la única que define su valor eres tú.
Agradécele a tu cuerpo. Cuídalo y deja de exigirte para satisfacer las expectativas ajenas.
Tenemos que dejar de hacer juicios en función al tamaño corporal de las personas. Porque somos mucho más que los números que marca la báscula o la etiqueta de nuestros pantalones.
Somos nuestras peores críticas cuando se trata de nosotras mismas. Dar consejos de vida y cumplidos a los demás es pan comido, pero cuando se trata de una misma, es solo otra historia.
Así que, sobre todo lo que haces en este mundo, sé amable contigo mismo y con tu corazón. Cierra los ojos cuando el mundo se vuelva demasiado. Proteja su corazón de las tragedias de la tierra. Proporcione a su cuerpo la nutrición que necesita para prosperar y crecer. No le des a otras personas la capacidad de derribarte. No dejes que otras personas decidan decirte que no eres lo suficientemente bueno y que no eres digno de una vida mágica. No le dé poder a otras personas que no quieren lo mejor para usted.
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