Hablar de infidelidad en la pareja es un tema que cada una ajusta a su conveniencia ya que los límites son difusos. Lo que para muchos resulta ser poco leales, para otros, es aceptable.
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Justamente, un tema polémico sobre todo por la explosión de las redes sociales, son aquellos actos que se creen inocentes pero pueden resultar peligrosos, a los que los expertos ya le han dado un nombre: las microinfidelidades.
Descifrando las microinfidelidades
«(Son) una serie de pequeñas acciones que indican que una persona está emocional o físicamente enfocada en alguien fuera de su relación», lo define la psicóloga australiana Melanie Schilling a El Mundo.
Llevado al entorno del mundo digital, esto es cuando se intercambian constantemente mensajes con otra persona por la que se siente algún tipo de atracción y cuando se comparten bromas en privado de forma frecuente.
De igual manera, incluye el hecho de minimizar la relación existente, o incluso cuando esta se oculta, y también prácticas como guardar el número telefónico de alguien más con un nombre clave, explica.
Asimismo, los hábitos como revisar con regularidad el perfil de una expareja y hasta mantener la comunicación si todavía no se ha podido superar este episodio.
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Peores casos de microinfidelidades son hablar mal de la pareja actual para crear una distorsión de la realidad con la otra persona y por supuesto, llegar al punto de intercambiar mensajes con contenido sexual o subido de tono.
¿Infidelidad en igual proporción?
Pero cuando se trata de sopesar las microinfidelidades respecto a las tradicionales, por llamarles de alguna manera, surge la confusión si son mas bien hechos inocentes o tienen la potestad de romper la relación.
«La microinfidelidad es la cerveza y la infidelidad emocional es el whiskey», afirma el psicólogo Douglas Weiss al mismo medio.
Es decir, son el primer paso para terminar siendo infiel ya que en estas etapas los interesados empiezan a conocerse entre sí, a involucrarse más de lleno y descubrir si hay interés.
«Si lo están, los dos continúan a la siguiente etapa que es la infidelidad emocional. En esta etapa comparten sueños, intereses y frustraciones. Si todo sale bien, se abre un camino para infidelidad sexual», agrega el especialista.
En conclusión, por más que se le agregue el diminutivo ‘micro’, terminan siendo prácticas que igualmente socavan la relación, se convierten en desleales y desnudan la falta de confianza que hay entre la pareja.
Más que ser exageraciones de personas inseguras, con excesos de celos y controladoras, cuando se incurren en este tipo de actividades se trasciende la línea de una simple amistad y se empiezan a producir los ocultamientos hacia el afectado, lo que es un indicador para medir cuándo esto sube de nivel.
Hay otras personas que lo suelen tomar más a la ligera, afirmando que son actividades inocentes y recreativas a los que todos tienen derecho, más que resultar peligrosas, que igualmente deben ser conversadas en pareja para colocar los límites.
Como sea, los expertos aseguran que una vez se haya producido una conexión emocional entre los participantes, es difícil que haya una vuelta atrás.
¿Qué hacer?
Muchas personas seguramente han incurrido en este tipo de conductas sutiles que se han vuelto más habituales al depender tanto del entorno digital y más aún en tiempos de confinamiento.
En ese caso, lo fundamental es conversarlo con la pareja, evitando los ataques y estableciendo nuevas normas que les permitan llegar a un consenso sobre lo que es dañino y lo que les permita obtener bienestar.
Si a alguno de los dos le duele o le hieren estas prácticas, es buen indicativo de que tienen que detenerse.
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