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5 síntomas de que tu «niña interior» está herida y es momento de cuidarla

Una infancia complicada puede traer muchas complicaciones en el camino si no aprendes a enfrentarla. Es tu niño interior lo que puede estar herido.

Seguramente has escuchado el término de «tu niño interior». Normalmente lo asociamos con esa inocencia perdida que en un «mundo de adultos» parece no tener cabida. El entretenimiento lo maneja como el regreso a disfrutar de lo sencillo. 

Porque sólo nos basta observar a los niños para recordar cómo veíamos antes la vida, y claro, era mucho mejor. Sin entender demasiado, jugábamos bajo la lluvia, todo nos sorprendía, amábamos sin esperar nada, y reíamos sin ningún motivo. Definitivamente es un concepto que se ha explotado bastante, ¿tú lo habías escuchado?

Sin embargo, muchas veces usamos el término sin entenderlo y basándonos solamente en aquello que se nos ha mostrado en las películas. Pero, ¿sabías que el «niño interior» es un concepto nacido de la psicología? 

En efecto, nació en la terapia gestalt para describir la estructura psicológica más vulnerable y sensible de nosotros mismos. No es «recuperar» la inocencia, el «niño interior» está formado por nuestras experiencias —positivas o negativas que tenemos en los primeros años de infancia.

Dependiendo del tipo de experiencias y cómo las vamos abordando nuestro «niño» puede ser alguien saludable, o alguien con muchas heridas que van a tener injerencia en nuestra toma de decisiones, concepción de la vida, y forma en la que nos relacionemos con otros. 

Por supuesto, esto es un símbolo de un pasado doloroso al que no hemos enfrentado y nos va a seguir ocasionando problemas. Todo esto a un nivel inconsciente el cual debemos empezar a desentrañar con un especialista para poder entenderlo y así enfrentarlo. 

Hay muchas señales de que tu niño está herido, pero nosotras te mostramos algunas.

1.- Siempre quieres tener todo bajo control 

Necesitas tener el control de todo para sentirte en paz. En tu infancia no tenías el control de nada, y eso terminó hiriéndote. Tus padres eran quienes tomaban las decisiones sin contemplarte provocando en ti  una sensación de impotencia al no poder participar.

Viste cómo se tomaron  decisiones no tan óptimas que te lastimaron y no quieres permitir que eso vuelva a pasar. Por ello, sientes que no hay otro camino que el tomar las riendas y controlar todo a tu alrededor.

Como sabes, esto en exceso no es bueno. La vida es un constante descontrol, te llegan obstáculos que no puedes prever y es imposible escapar de ellos.

2.- Reaccionas de forma desproporcional 

Muchas veces tus herramientas de comunicación no son las mejores. Te guardas y te guardas el dolor, las inconformidades y lo que en verdad piensas. Por ello, es común que te suceda que explotas por lo que parece ser pequeños detalles.

Pero en realidad es el cúmulo de detalles lo que termina haciéndote reaccionar así. Esto no lo entienden otros, y puedes estar lastimándolos en el camino.

3.- Repites patrones en parejas

Sueles repetir los patrones de tus padres en tus parejas. ¿Lo peor del asunto? Normalmente son actitudes que no te gustan o siempre te han molestado.

4.- Tienes baja autoestima 

Te afectan las críticas de otros en forma absurda, no te gustas a ti y tu amor propio está en niveles preocupantes.

5.- Te estancas en los errores

Cuando te equivocas entras en un espiral en donde repites una y otra vez ese error. Parece que tu cerebro no puede salir de ahí, y eso siempre es doloroso.

¿Te identificaste con alguna?

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