Todos los días envejecemos, eso es un hecho. No hay forma de detener el tiempo ni hacer que vuelva. Estás consciente de ello pero una parte de ti se siente presionada porque ante la sociedad, envejecer es igual a volverte inferior. Con los años vienen las arrugas, las manchas en la piel, la flacidez, los cabellos blancos y muchas otras cosas que se consideran «poco agraciadas». Es casi imposible no sentirse menos hermosa o menos deseable. Pero ésta es una perspectiva influenciada por un prejuicio de forma conocido como discriminación por edad.
El envejecimiento es una creencia construida socialmente. Es una perspectiva que se basa en gran medida en estereotipos y representa una visión poco saludable de las personas mayores.
Especialmente cuando las mujeres nos aceramos a la «mediana edad», comenzamos a pensar que hemos dejado atrás los años en los que podíamos hacer de todo. Lo cumpleaños se vuelven una tortura y bromeamos con el «restarnos años» a partir de cumplir cierta edad. Muchas veces pensamos que ya no hay metas que seguir ni sueños por cumplir. A veces, nos da miedo salir de nuestra zona de confort porque creemos que debemos mantenernos estables, lejos de cualquier riesgo.
Pero la realidad es esta: la edad no es una condena. Envejecer es un privilegio y un regalo que debemos aprender a valorar. Y es que suena crudo pero no todos tienen la misma oportunidad.
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Hay que aprender a ver los años como un regalo de vida. Cada día que pasa es una nueva oportunidad.
La amplia gama de experiencias que has tenido hasta este punto te ha dado una perspectiva mucho más sabia lo que te permite aprovechar mejor cualquier cosa nueva que hagas.
Hasta este punto de tu vida, ya has ganado y has perdido muchas cosas; familiares, amigos, amores, trabajos o bienes. Nada es permanente en este mundo y poco a poco has tenido que aprender a sobrellevar las pérdidas. Envejecer es una oportunidad para ser más fuerte.
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Con los años, pierdes el miedo a tropezar. Comienzas a desprenderte de las personas y de muchas otras cosas que sabes que no definen tu valor ni tu felicidad. Los años son una oportunidad para plantearte metas nuevas, conocer lugares que no habías podido visitar antes, establecer nuevas relaciones e incluso subir más peldaños en tu educación, ¿por qué no?
O disfrutamos en estos momentos, satisfechos con todo lo que hemos logrado, o nos enfrentamos a nuestros fracasos por no lograr lo suficiente. Por lo general, es un poco de ambos.
Es momento de dejar atrás esas ideas que dicen que tu mejor momento está en cierto número. Los 20, los 30, los 40 y hasta los 80 y 90 años tienen su encanto. El secreto está en vivirlos a tu modo, lejos de lo que la sociedad espera de ti.
Sí, quizá con los años vienen los achaques pero no es mentira cuando se dice que «uno es tan viejo como se sienta». Si a tus 50 o 70 años te sientes llena de energía, ¿por qué deberías resignarte a «comportarte como alguien de tu edad»? No hay un manual de cómo envejecer con gracia, ni tampoco un libro donde esté tu destino escrito.
Aprovecha cada cumpleaños para hacer un nuevo deseo. Despierta cada mañana agradeciendo por un nuevo día y vete a dormir con la idea de que mañana será mejor y lo será.
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