Las mujeres vivimos atadas a la presión social de muchas formas. Todo el mundo espera demasiado de nosotras y eso hace que por instante perdamos de vista lo que nos hace verdaderamente felices.
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Y mientras que el mundo nos exige demasiado, nosotras mismas nos exigimos demasiado. Terminamos agotadas y confundidas porque al final, sólo buscamos vernos perfectas ante los ojos ajenos. ¿Cómo escapar de toda esta presión? Aprendiendo a mantenerte auténtica.
Cuando nos permitimos ser auténticas sin tener en cuenta los aplausos, es realmente hermoso. Te permites aceptar tu vulnerabilidad y al mismo tiempo demostrar que eres lo suficientemente fuerte como para que nadie te tumbe.
La autenticidad te da espacio para evolucionar, para crecer y aprender.
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Cuando te mantienes fiel a tus ideales, a los que te hace feliz, eres una mujer fuerte pues demuestras que no te dejas llevar por expectativas ajenas. Deja de aferrarte a la idea de lo que «deberías ser» y trabaja en ser lo que quieras a tu modo.
Quizá has estado trabajando en ello y poco a poco has aprendido a dejar de complacer a otros a costa de tu felicidad ¡y eso es genial!. No te sientas mal por ponerte primero ni por ir contracorriente cuando algo que no te satisface. Al final, es tu vida, le guste a quien le guste y no tienes por qué desgastarte para agradarle a otros.
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Quizá has aprendido a silenciar a los que odian y a los sólo buscan molestar. Estás tan segura de tus convicciones que sabes que aún si fallas, eres capaz de levantarte y volver a tomar vuelo. Porque no te conformas ni te dejas de nadie.
Has dejado de derramar lágrimas por personas que no derramarían ni una gota por ti. Ya no persigues amor, ni ruegas a nadie que se quede porque sabes que no mereces sobras.
Mantenerte auténtica te permite hacer frente a la adversidad como nadie porque lideras con el corazón y haces caso a tu intuición. Cuando eres verdaderamente auténtica eres capaz de tomar los fracasos como una oportunidad después de todo, te sientes segura al tener control de tus propias decisiones y acciones.
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Ser auténtica significa que eres tú sin importar el qué dirán. Tú eres tú, con tus propios conocimientos, opiniones y puntos de vista.
No vives con ataduras ni tampoco con miedo a ser rechazada. Eso te hace una mujer increíblemente fuerte. Eres más consciente de tus experiencias y no necesitas de validación ajena.
No necesitas aprobación de nadie ni tampoco seguir los estándares de belleza impuestos por otros. Has aprendido a mantenerte auténtica, le guste a quien le guste.
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