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¿Comes sin tener hambre? te diremos por qué

hay que aprender a identificar los factores que incitan a comer sin tener hambre, para identificarlos, desmontarlos y tratar de evitarlos.

Haz un repaso mental por las veces que haz comido en el día y con cuántas sentiste verdaderamente muchas ansias de comer porque el estómago crujía. Seguramente no todas las veces fue por el llamado del hambre.

Científicos de la Universidad de Carolina del Norte (EE.UU.) realizaron un estudio cuyos resultados fueron publicados en la revista Neuron e indican que se trata de un impulso psicológico y social que puede evitarse.

Expertos en psiconutrición de la AvanClinic de Madrid aseguran que eso ocurre porque utilizamos la comida como solución temporal a nuestros problemas, tratando de controlar con ella nuestras emociones.

Ante ello, explican que hay que aprender a identificar los factores que incitan a comer sin tener hambre, para identificarlos, desmontarlos y tratar de evitarlos.

1. La apariencia de los alimentos

Si al verlos cremosos, crujientes o refrescantes y visualmente se ven «bonitos» es porque los relacionamos a buen sabor y eso nos lleva a querer probarlos.

2. Demasiada variedad para escoger

Si tenemos muchas opciones tenderemos a querer probar un poquito de todo y nos resultará más difícil controlarnos.

3. Factores sociales y culturales

Celebrar una fiesta con familia o amigos, compartir acontecimientos importantes como una boda o el día de Navidad, son momentos donde pareciera que el requisito para vivirlos es comer en exceso.

4. No dormir lo suficiente

La falta de sueño produce alteraciones en las hormonas encargadas de regular el apetito, y hace que el tiempo que no dormimos lo queramos ocupar comiendo.

5. Confundir sed con hambre

A veces aliviamos la sed o la sensación de boca seca con alimentos en lugar de con agua.

6. El aburrimiento

En ocasiones comemos para evitar esa sensación de vacío, de no tener nada en las manos o no estar ocupados.

7. Los circuitos de recompensa

Comer nos produce placer y esto estimula a que lo asociemos a una recompensa: «Si logro salir rápido del trabajo salgo a comer con mi pareja», «cuando mi hijo se gradúe haré un banquete», y hasta lo hacemos con los niños: «Si sales bien en la escuela te llevo a comer helados».

 

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