Wonder se ha convertido en una de las historias más inspiradoras y encantadoras de los últimos años. Basada en la novela homónima, la cinta nos sumerge en la vida August Pullman, un niño que, debido a unas cirugías que le salvaron la vida de pequeño, quedó con deformaciones en su rostro. Auggie, como le dicen de cariño, asiste por primera vez a una escuela primaria convencional y se enfrenta a la crueldad del mundo real.
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Pero lo que parece un verdadero martirio, se convierte en un alivio cuando vemos la labor de Isabel (Julia Roberts), su madre.
Por momentos es inevitable sentir una gran angustia sin embargo, Isabel nos recuerda que una madre es capaz de todo cuando de sacar a sus hijos adelante se trata
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Casi tan pronto una se entera de que hay vida en su vientre es que el sacrificio por darle lo mejor comienza. Cuando es un hijo que se ha deseado tanto, el amor maternal hace que su vida se convierta en una prioridad.
Nada se compara a esa sensación de cuando finalmente llega al mundo y lo tenemos en nuestros brazos. Nuestras metas cambian y nuestros objetivos adquieren un nuevo significado. Nos volvemos desinteresadas y renunciamos a muchas cosas con tal de darle todo.
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Si algo por el bien de los nuestros, lo haríamos sin pensarlo dos veces.
Las mamás necesitan una fuerza inquebrantable para asumir este papel crucial. Entendemos que no es sencillo y aún en medio de tantas dudas y miedos, buscamos la forma de salir adelante para seguir impulsando a los nuestros.
Pero también está la parte de educar y disciplinar de la manera correcta. Isabell protegió a Auggie por su condición pero también le enseñó a mantenerse siempre firme, fiel a lo que es para no dejarse de nadie.
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Y es que hay algo que todas las historias que ponen a la maternidad como algo mágico no cuentan. Las cicatrices, las noches sin dormir, los dolores, los cambios en tu cuerpo y de humor también son parte de ser mamá.
Como madres, nos dedicamos a nuestros hijos en cuerpo y alma. Entre esas cicatrices y el agotamiento físico y emocional, una sigue dispuesta a luchar. No importa cuántos años pasen, una madre siempre se preocupará por los suyos y verá la forma de seguir protegiéndolos aún en la distancia..
Quizá la sociedad nos señale y busque imponernos una forma «correcta» de criar a los nuestros pero la realidad es que no existe un manual sobre cómo ser la mamá perfecta. Es algo que vas aprendiendo sobre la marcha y cada una sabe lo que es mejor. Al final, la única que conoce a sus hijos es una.
A través de su amor, Isabel nos recuerda que ser mamá es quizás el trabajo más difícil y también el más gratificante que una mujer pueda experimentar.
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